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Columna de Mariana Oyarzún: El valor real del Simce

La real importancia de los resultados del Simce está en la información que se entrega y en cómo se utiliza para seguir mejorando en el aprendizaje de los estudiantes. La metodología de trabajo de los profesionales del colegio es clave.

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El Simce deja en evidencia si los estudiantes han logrado el desempeño que se espera para dicho nivel y asignatura, en el determinado contexto escolar donde se lleva a cabo el proceso de aprendizaje-enseñanza. La máxima de esta herramienta está en el mejoramiento de la calidad de la educación.

Así, lejos de subutilizar los resultados para el marketing, cuando se trabaja sobre éstos de manera organizada y consciente, se puede alcanzar una mejora en la calidad y equidad de la educación. Esto, categorizando las falencias y rescatando los puntajes positivos, con el fin de construir procesos académicos actualizados y vigentes, según los informes estadísticos.

Al tener los datos finales en mano, hay que establecer un plan de trabajo considerando las siguientes medidas:

1. Reuniones del equipo directivo con los docentes que realizan clases en ese curso, de manera sistemática, con el fin de conformar una comunidad académica.

2. Que toda la comunidad académica tenga claridad de las características de los estudiantes del curso sobre el cual se está trabajando, considerando el estilo de aprendizaje y las fortalezas y debilidades del grupo-curso.

3. Al tener claridad en cuanto al punto anterior, consensuar las estrategias pedagógicas y de evaluación que se utilizarán en la sala de clases.

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4. Considerar en la planificación los consensos a los cuales han llegado como comunidad, para luego implementarlos en la sala de clases.

5. Realizar retroalimentación permanente a los estudiantes, en cuanto a su proceso de aprendizaje.

6. Monitorear la implementación de la planificación, con el fin de detectar a tiempo las dificultades con las que se va encontrando e ir buscando una solución temprana.

7. Cada uno de los integrantes de la comunidad académica debe realizar un acompañamiento en aula, con el fin de realizar un real apoyo para mejorar su práctica pedagógica en pos de mejores aprendizajes de los niños y niñas.

Si se realiza esta dinámica de manera permanente, tanto los estudiantes como los docentes no se verán estresados ante el acto evaluativo (Simce) y será una práctica común para ellos que, por cierto, va a entregar frutos en pos de un verdadero aporte en la construcción de la calidad de la educación.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

 

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