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La Conferencia Episcopal criticó este viernes el «centralismo santiaguino» para abordar los problemas en las regiones de La Araucanía y Los Lagos. Se trata de un «escollo grave», según los obispos chilenos.
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En una declaración pública leída por el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Cristián Contreras Villarroel, los obispos advierten que el país vive una profunda desconfianza y falta de credibilidad hacia autoridades e instituciones, «heridas por nuestras inconsecuencias, por faltas de transparencia y hasta por delitos cometidos por sus miembros.
Más adelante, sostiene que el conflicto de Chiloé y bordes costeros de la Región de Los Lagos solo se solucionará «por la vía del diálogo constante, realista y razonable, a través de mesas de trabajo permanentes entre las autoridades, los dirigentes de trabajadores del mar, los empresarios, los científicos».
Los obispos expresaron, además, su apoyo y cercanía a las familias que viven del mar, y su solidaridad con los pastores y comunidades cristianas que han acudido en ayuda de los damnificados por esta situación.
En cuanto a La Araucanía, afirmaron que «nadie puede ignorar el conflicto de la zona, donde las legítimas demandas de justicia por parte de sectores del pueblo mapuche, resultan invisibilizadas por el actuar de diversas facciones que, lejos de contribuir a la paz, han acrecentado las tensiones».
Reiteraron que son diversos los actores llamados a ayudar a la solución de este conflicto y que «en medio de este drama y esta herida social, como Iglesia estamos siempre disponibles para, respetando la identidad y cultura de los pueblos originarios, ser facilitadores del diálogo, servidores de la justicia y constructores de paz».
Añadieron los obispos que «en ambos casos, vuelve a penar el centralismo santiaguino en desmedro de las regiones. Todo tiene que terminar resolviéndolo la autoridad central, con lo cual queda claro el estrecho margen de maniobra que tiene la autoridad regional.
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«Este escollo es grave. Para superarlo no se necesita esperar el día en que tengamos una nueva Constitución. Hay decisiones políticas y económicas a las cuales se puede dar prioridad en el Gobierno y el Congreso de la República, en vez de llenarse de un sinfín de proyectos secundarios», agregaron.
«Al decir secundarios, no nos referimos ni a la Educación ni a la Ley Laboral, proyectos absolutamente relevantes. Pero nuevamente la “mirada corta” y la desconfianza también afectan estos temas tan trascendentales, poniendo nuevamente en tela de juicio a las instituciones como el Tribunal Constitucional, invocado por unos y otros, esperando fallos en su favor y criticándolo cuando estos no se logran», señalaron los obispos.
PUB/CM