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«Salah Abdeslam recurrió de entrada a su derecho al silencio, negándose a responder a las preguntas de los jueces», indicó la fiscalía de París.
«Rehusó asimismo precisar las razones que lo llevan a utilizar ese derecho al silencio. De la misma manera, rehusó confirmar las declaraciones que había hecho precedentemente a los policías y a los jueces de instrucción belgas», agregó la fiscalía.
«No quiso expresarse hoy», declaró por su parte Frank Berton, uno de sus abogados, indicando que «lo haría más tarde».
Abdeslam «desea utilizar su derecho al silencio, hay que darle tiempo», agregó.
El único miembro vivo de los comandos yihadistas que cometieron los atentados del 13 de noviembre en París (130 muertos) había sido trasladado a primeras horas de la mañana al Palacio de Justicia de la capital francesa, para ser interrogado por primera vez por los jueces de instrucción franceses tras su extradición de Bélgica, donde fue detenido el 18 de marzo, a Francia.
Seis meses después de los atentados, este primer interrogatorio era muy esperado para el avance de la investigación.
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– «Es dueño de hablar cuando él decida» –
Su abogado se quejó de que Abdeslam esté bajo vigilancia permanente, gracias a un sistema de vídeo, en su celda de la prisión de Fleury-Mérogis, cerca de París.
«Se siente espiado las 24 horas del día, lo que hace que no esté en buenas condiciones», dijo Berton a la prensa, precisando que cuenta apelar a la justicia al respecto.
En cuanto a hablar sobre el tema, Salah Abdeslam «es dueño de hacerlo en el momento que él decida», recalcó Berton.
Abdeslam, el fugitivo más buscado de Europa hasta su detención en Bélgica el 18 de marzo, fue inculpado en Francia el 27 de abril de asesinatos terroristas, entre otros cargos.
Pequeño delincuente radicalizado, es el único sospechoso ligado directamente a los atentados de París que se encuentra en manos de la justicia francesa. El grado de implicación de otros dos inculpados en Francia se considera menor.
Amigo de Abdelhamid Abaaoud, presunto coordinador de los atentados, Abdeslam desempeñó un papel de primer orden en los ataques del 13 de noviembre, que causaron 130 muertos y cientos de heridos, tras los cuales huyó a Bélgica.
Fue eje de la célula la noche de las matanzas, pero también en su preparación, y sin duda sabe mucho.
Abdeslam llevó al lugar a los tres kamikazes del Estadio de Francia y, antes de los atentados, alquiló vehículos y viviendas para servir de escondite en la región parisina.
En los meses precedentes, multiplicó los viajes para trasladar a miembros de la red a través de Europa, entre ellos Najim Laachraoui, posible artificiero del grupo, que se hizo estallar en los atentados del 22 de marzo en Bruselas.
Abdeslam podría dar informaciones valiosas sobre la elaboración del proyecto yihadista, quiénes lo ordenaron y sus eventuales cómplices aún no conocidos.
Asimismo, podría informar a los investigadores sobre los nexos entre los atentados de París y los de Bruselas, fomentados por la misma célula ligada a la organización yihadista Estado Islámico (EI).
Las declaraciones de Sven Mary, el abogado de Abdeslam en Bélgica, lo describen como un «pequeño imbécil» con la «inteligencia de un cenicero vacío», y «más bien un seguidor que un dirigente».
Esto deja presagiar que tratará quizá de minimizar su papel, como aparentemente lo hizo ante los investigadores belgas, a los que declaró que había dado «marcha atrás» el 13 de noviembre cuando tenía previsto hacerse estallar con los otros en el Estadio de Francia.
Interrogado al menos dos veces en Bélgica, Salah Abdeslam fue presentado entonces como un peón a las órdenes de su hermano Brahim Abdeslam y de Abaaoud, «responsable», según él, de las matanzas. Pero mintió al afirmar que había visto a Abaaoud solamente una vez, cuando ambos habían sido compañeros de delincuencia en Bruselas.
En esta investigación, en la que participan varios países, han sido inculpadas unas veinte personas, principalmente en Bélgica.
Pese a los importantes avances, hay cuestiones que siguen sin respuesta en lo que respecta a la coordinación de los atentados, la elección de los blancos, el financiamiento y eventuales fallas en los servicios de inteligencia.
PUB/IAM