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Suicidio en Chile: ¿Cuál es nuestra realidad y cómo podemos prevenirlo?

Casos como el de Franco Ferrada -el joven de 20 años que intentó acabar con su vida en una jaula con Leones- o de la madre de 38 años que se suicidó por una profunda depresión, junto a su hija de 4 años, en la comuna de Recoleta, no solo llaman la atención por las situaciones de salud mental y de vida que vivían sus involucrados; sino que también por cómo se han abarcado sus casos en los medios de comunicación masiva.

Y es que hablar de suicidio no es algo que debe tomarse a la ligera, menos en un país como Chile. Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 17% de los chilenos sufre de depresión, posicionado a Chile como uno de los países con una de las tasas más altas a nivel mundial. En el mundo, según la OMS, esta enfermedad mental afecta a aproximadamente 350 millones de personas, siendo el suicidio uno de los peores efectos de ella. En nuestro país, pasamos de tener una tasa de 11 muertes por cada 100.000 habitantes el 2011, a 13,3 por cada 100.000 el 2013. 

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Además, anualmente se suicidan en el mundo más de 1 millón de personas, siendo la segunda causa de muerte en jóvenes con edades entre 15 y 29 años, donde Chile se ha transformado en una de las dos naciones -junto a Corea del Sur- en que la tasa de suicidio de adolescentes y niños aumenta cada año, en vez de disminuir.  

¿Cuál es nuestra realidad?

El jefe del Departamento de Salud Mental del Minsal, el Dr. Mauricio Gómez, expone a Publimetro que en Chile el suicidio hace años se reconoce como un problema importante, pero que en lo concreto no está en el tope mundial. “Tuvimos un alza muy importante del 2000 al 2008, pero de este año al 2013 -según las últimas cifras validadas por el Instituto Médico Legal- ha bajado a las que existían en el 2000. No hay un aumento explosivo de casos, pero sí hay un problema que también está en el mundo. El suicidio es una conducta que aumenta con la edad, los que más lo hacen son los adultos mayores y los que menos los niños, aunque los adolescentes han comenzado a ser una preocupación importante”, afirma.

El suicidio se asocia a la presencia de un trastorno mental, asociado a una depresión, cuadro psicótico, esquizofrenia o cuadro bipolar, que acompaña a la conducta suicida, -muchas de ellas cubiertas por el plan Auge- pero esta no la explica al 100%. Siempre además, se acompaña de factores sociales asociados a la historia de la persona, muy pocas veces son casos de gente sana.

En Chile el 22% de la población sufre enfermedades mentales, según las últimas cifras. Próximamente, por primera vez se realizará una encuesta nacional completa de salud mental para actualizar los datos que vienen desde los años 90’s. Según afirma el Dr. Gómez, hoy se atienen en el país a cerca del 20% de esa población, lo cual nos implica una brecha importante de cobertura. “Quisiéramos llegar a cerca de un 40 ó 50%. Ningún país atiende al 100% porque no es posible. No siempre las personas consultan, pero a los que sí aún no somos capaces de atenderlos a todos”, explica.

“Este 20% no es poco. A él se suma un Plan Nacional de Prevención del Suicidio que se implementa hace algunos años, aunque aún no de manera homogénea ni total en el país, y que es interesante porque utiliza varias líneas de trabajo. Incluye vigilancia a los intentos de suicidio, con seguimiento y el trabajo adecuado a nivel familiar. Además incluye un trabajo intersectorial con escuelas, capacitación de equipos de salud y medios de comunicación. En el país se ha implementado en las 15 regiones, pero en algunas con más fuerza por tener recursos especiales”, agrega.

A nivel nacional, la autoridad aclara que en lugares como Coyhaique, o Iquique hay mayores tasas, destacando que el trabajo se divide por comunas pues por ejemplo, Alto Hospicio es una que tiene una alta cantidad de suicidios. A eso se suma, un sistema informático de vigilancia del suicidio en el que trabaja el Minsal para tomar casos de todo el país.

Otro factor que además podría influir sería la desigualdad, pues está comprobado que podría desencadenar trastornos mentales. Chile es de los países con mayor desigualdad, según la OCDE, donde tenemos un índice Gini de 0,52 y donde 0,4 se considera como un índice preocupante, pues son naciones donde hay riesgo de trastornos mentales, violencia, inestabilidad y malestar social.

La prevención como una clave

En el mundo, existen más muertes por suicidios que las que hay anualmente por el conjunto de todos los conflictos bélicos que asolan al planeta, de hecho, cada 40 segundos alguien se suicida en el mundo. En Chile existe una fundación llamada José Ignacio, la cual nació a raíz del suicidio de un joven de 20 años -del mismo nombre- la cual incluye a un grupo de personas de diferentes edades, profesiones y actividades, que buscan ayudar a niños y jóvenes a recobrar el sentido de la vida, a apoyar a padres que han perdido a sus hijos a raíz del suicidio y además que busca informar y sensibilizar acerca del tema, apoyando con su prevención.

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Su directora -y madre de José Ignacio- Paulina del Rio, explica Publimetro que la prevención es fundamental en evitar atentados contra la vida. “Estudios han demostrado que los procedimientos tradicionales limitados a la farmacología general no dan resultado. Es necesario agregar una serie de otros factores, como algunos que realizamos en la fundación que son: la escucha empática y el acompañamiento. Las personas hoy necesitan ser escuchadas, no estar dopados”, aclara.

Paulina cree que un gran factor para el suicidio, especialmente en adolescentes, es que las personas han perdido el sentido de la vida. Se preguntan a qué vinieron al mundo, qué lugar ocupan o son afectados por la pérdida de la vida comunitaria, familiar, el estrés, entre otras cosas. “El mundo se ha transformado en algo individualista, guiado por el éxito que lo dan los otros, no el que cada uno necesita tener. Mientras más vulnerable, o sensible, más cuesta adaptarse a este sistema que no protege, ni se preocupa del real bienestar de sus habitantes”, enfatiza Del Río.

La directora de Fundación José Ignacio llama a revisar las señales. “Nunca se pueden ignorar. La gran mayoría de los suicidas avisan de una u otra manera hablando de que no van a estar en el futuro, o derechamente diciendo ‘me voy a morir’ o ‘me voy a matar’. Es importante preguntarles con mucha calma, es difícil, pero hay que decirles si han pensado atentar contra su vida, cómo, cuándo y mientras más evidencias, más riesgo hay”. Este es un problema que atraviesa a todas las clases sociales, pero la gente simplemente no lo habla”, explica agregando que “Hay que derivar a las personas al consultorio u hospital que les corresponde por comuna. Nosotros en la Fundación también ofrecemos un mail, un chat y la posibilidad de escuchar, de orientar, porque también en el sistema público muchas veces ha llegado gente de riesgo alto y los profesionales, al estar saturados, los pueden ver una vez cada uno o dos meses. Eso es crítico”, reflexiona sobre el estado de Chile.

A eso se le suma un llamado a los medios de comunicación, quienes jugamos un rol elemental en la prevención del suicidio. El Dr. Mauricio Gómez explica que cuando los «medios comunican excesivamente o en forma sensacionalista los métodos de atentar contra la vida, fomentan la imitación del suicidio propiciando nuevos casos. Hay que informar, pero no hacerlo en titulares de primera página, no informar el método, no mostrarlo como algo heroico, si no más bien como una información respetuosa, neutral y con menos relevancia”, remata.

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Mira aquí cuáles son las señales que puedes reconocer frente a un eventual suicidio.

Lee aquí qué hacer en caso de enfrentarse a un caso y cuáles son los mitos en torno a él.

Revisa cuál es el manual que recomienda la Organización Mundial de la Salud para el tratamiento de este tema en los Medios de Comunicación.

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PB/MC

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