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La ex secretaria de Estado decidió jugar una carta pesada: su marido, el ex presidente Bill Clinton (1993-2001), también saldrá a la búsqueda de apoyos entre los electores californianos, para que ella pueda sellar su nominación partidaria el próximo martes.
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Antes del inicio de la campaña electoral, la nominación de la ex primera dama -apoyada por la conducción del partido y multimillonarias donaciones- era considerada apenas un trámite.
Pero el senador Bernie Sanders, con un discurso de rechazo al acomodamiento del partido y sin apoyos millonarios, dejó al descubierto la existencia de una importante corriente insatisfecha en todo el país que lo convirtió en un formidable adversario para Clinton.
En el campo conservador, el millonario Donald Trump -un hombre de negocios sin ninguna experiencia política- dejó por el camino a 16 políticos republicanos, incluyendo algunos pesos pesados y ya tiene suficientes delegados para garantizar su nominación presidencial.
– Cerrar filas –
Importantes figuras del Partido Demócrata también decidieron aumentar las presiones sobre los electores en favor de cerrar la lucha interna lo más rápidamente posible para evitar heridas y divisiones antes de una elección presidencial.
No obstante, es precisamente ese firme apoyo de la dirigencia partidaria a Clinton el combustible que mueve a numerosos electores a apoyar a Sanders, un ácido crítico de la agenda más y más moderada del partido.
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Diversos sondeos coinciden en señalar que Clinton y Trump exhiben niveles de imagen negativa sin precedentes en la historia política estadounidense, de aproximadamente 60% del electorado.
El próximo martes los demócratas también realizarán primarias en Nueva Jersey, y es posible que en ese Estado Clinton consiga los delegados que le faltan para sellar su nominación, pero una derrota en California (o hasta una victoria apretada) dejará su favoritismo abollado.
En el proceso de primarias hasta ahora, Clinton conquistó 1.769 delegados, al tiempo que Sanders cuenta con 1.544, una diferencia de 225 delegados.
Sin embargo, la ex secretaria de Estado tendría el apoyo de unos 543 ‘superdelegados’, dirigentes y legisladores del partido, y con ello tendría en principio 2.312 votos asegurados en la convención partidaria, siendo que necesita 2.383 para sellar el pleito.
En tanto, la primaria de California distribuirá nada menos que 475 delegados, de forma que esa consulta interna tiene condiciones a modificar la relación de fuerzas para la convención.
– Mostrar liderazgo real –
Para el diario Washington Post, una victoria de Sanders en la lucha interna demócrata es «posible, aunque altamente improbable».
Varias encuestas indican que Clinton, a pesar de la resistencia de una parte importante del electorado demócrata, deberá ganar la primaria en California, pero precisa de una victoria categórica para mostrar que tiene el liderazgo real de la puja interna.
Como los demócratas distribuyen sus delegados de forma proporcional, con los delegados que conseguirá el martes en las primarias California, Nueva Jersey, Montana, Nuevo México y Dakota del Sur, Clinton deberá liquidar el pleito.
En tanto, para Sanders la esperanza se apoya en los números que arrojan sondeos sobre eventuales choques en la fase decisiva de la campaña, y que dejan claro que él puede derrotar a Trump con mucha más tranquilidad que Clinton.
La ex secretaria de Estado llegó a tener una ventaja de 12 puntos porcentuales sobre Trump en esos sondeos, pero esa delantera se derritió y ahora se sitúa incluso dentro del margen de error. Por lo menos dos encuestas muestran a Trump como vencedor.
En cambio, esos mismos sondeos muestran que Sanders podría derrotar a Trump por 10 puntos porcentuales, si llegara a ser nominado candidato.
Así, la ilusión esperanza de Sanders es que los ‘superdelegados’ decidan apoyar no al aspirante que haya tenido más delegados en la disputa interna, sino al que tenga mejores posibilidades de derrotar a Trump.
PUB/IAM