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Con 18 años de trayectoria, el grupo La Contru ha entregado a lo largo de su carrera no sólo una mirada distinta y particular del folclor chileno, sino también han dado cátedra a la hora de hablar de música sustentable.
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“Nosotros mismos construimos nuestros instrumentos”, confiesa a Publimetro el director del grupo, Pablo Garrido, argumentando que en un principio el desafío no era fácil, ya que debían lidiar con sonidos no muy nítidos ni estilizados.
“En un principio no era fácil, estuvimos experimentando y los instrumentos no sonaban muy bien, pero con el tiempo se fue perfeccionando el sonido”, asegura, agregando que “también soy carpintero, entonces se me permitía un poco incursionar en esto y empecé a hacer instrumentos, implementando los materiales de construcción, ocupando tarros para hacer la batería, escofina como güiro, el pvc como zampoña y muchos instrumentos más que ponemos en escena”.
La construcción de sus instrumentos transformó a La Contru en uno de los grupos más característicos y particulares de la escena local, algo que en un principio sólo nació como una manera de identificarse del resto.
“La idea era presentarse en un escenario vestidos con los atuendos de los obreros de la construcción (donde todos trabajaban) y algunos elementos que se usan como serruchos, martillos y lo hicimos así en una primera fase, la cual fue muy bien aceptada porque era algo inédito que no se había visto nunca en un escenario”, enfatiza.
El crecimiento profesional, el reconocimiento y las ganas de seguir trabajando, hicieron que este grupo se perfeccionara a la hora de hacer sus instrumentos e incluso, llamarlos de manera distinta.
“Los charangos los hacemos con los cascos y también le vamos poniendo nombres específicos, por ejemplo el instrumento que le acabo de nombrar le llamamos “cascorango”, tenemos guitarras hechas de cajones de clavos con mangos especiales, cosas así, detalles que son llamativos para la gente”, asegura.
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Esta idea no sólo les ha dado la oportunidad de ahorrar dinero, ampliar su imaginación y crear buena música, sino que también les ha entregado la no despreciable misión de colaborar con el medio ambiente.
“Claro que se ayuda a disminuir el impacto, ya que, por ejemplo, antes los charangos se hacían de quirquincho y la madera también la reutilizamos, como los cajones y las tablas”, comenta Garrido, detallando que en su labor también han participado de talleres y clínicas para niños en donde se les enseña el valor de lo que ellos realizan en el medio ambiente.
“Hemos hecho clínicas en distintos colegios, donde se nos invita a incentivar a los niños de que se pueden ocupar y hacer instrumentos no convencionales, ocupar otros elementos y materiales”, enfatiza.
La Contru sigue actuando en distintos festivales y rincones de nuestro país, ya tienen tres discos bajo el brazo y aseguran van por la cuarta producción, donde habrá “canciones chilenas para el 18 de septiembre y temas que hemos hecho en festivales grandes como el Festival de Huaso de Olmué”.
Pero esta agrupación de 18 años de trayectoria ha dado paso también a las nuevas generaciones. Tal es el caso de Trinum, quienes hace cuatro años componen un trío que busca sonidos nuevos para incorporar a sus canciones, y uno de ellos lo lograron con el udu, un instrumento de percusión hecho de greda que suena parecido a un relámpago.
“Su sonido es bien particular, y varía de acuerdo al tamaño. Nosotros usamos varios, tenemos grandes y otros más chicos, y todos son hechos en Pomaire. Lo mejor de eso es que cuidamos el medio ambiente, ya que usamos materiales que pueden reciclarse y que, de paso, nos ahorran harta plata”, cuenta a Publimetro Eduardo Toro, vocalista y fundador del grupo que hace siete años comenzó tocando jazz.
Ese instrumento, que tiene un origen africano, comenzaron a usarlo hace cuatro años, pero Toro admite que desde pequeño le ha gustado probar nuevos sonidos.
“Viví mi infancia en Copiapó, y allá muchas veces no teníamos agua, y la que había estaba contaminada así que teníamos que usar la que había en bidones grandes… y a medida que el agua se acababa, cada vez que lo golpeabas, el tambor daba un sonido distinto”, recuerda.
En la búsqueda de sonidos, Toro cuenta que el guitarrista del grupo, Juan Faray, fabricó sus propios pedales de efectos.
“Obvio que compró un par de cosas, pero siempre buscamos alternativas. El último instrumento que usamos era un cono de cartón, como esos de papel higiénico, y le amarramos plástico con alambre”, añade.
Toro, quien desde pequeño siente una especial relación con el medio ambiente, cuenta que una de las canciones de Trinum se llama “Conciencia”, y habla del calentamiento global y los problemas que eso conlleva. “Ese cuidado del espacio nos ha llevado a buscar opciones económicas que cuiden la naturaleza”, cuenta.
Y agrega: “Nosotros tampoco queremos lanzar un cd, la gente puede descargar nuestras canciones desde internet. Hoy día nadie compra discos, así que no vemos la necesidad de generar más desechos”.
Consultado sobre los próximos materiales que quieren usar, Toro se sincera: “No tengo idea, la verdad son cosas que se nos van ocurriendo en el camino, lo probamos, y si nos gusta seguimos. Así lo hemos hecho y nos ha dado muy buenos resultados”.