Hace tres años, «El conjuro» fue saludada con entusiasmo por buena parte del público y la crítica, con muchas opiniones proclamándola como la mejor película de terror del último tiempo, y comparándola especialmente con clásicos del género de los años 70 como «El exorcista» y «La profecía», tanto por el hecho de estar ambientada en esa década como por el estilo visual y el tono del relato, inspirado en una historia real, uno de los casos más espeluznantes abordados por el matrimonio de conocidos investigadores paranormales estadounidenses Ed y Lorraine Warren.
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Tal vez los elogios fueron un poco desmesurados y estuvieron motivados por el hecho de tratarse de una producción que sobresalía sobre el promedio de este tipo de trabajos (aunque no era tan notable como la también reciente «Te sigue»), pero igual no se podía negar la buena factura del filme y lo efectivo de su tono y puesta en escena. Y tampoco se puede dejar de reconocer que su secuela, que llega ahora a cines chilenos, es una digna sucesora que mantiene gran parte de los logros de la original, por lo que en esta ocasión no se cumple lo de que las segundas partes no son buenas.
«El conjuro 2» transcurre en 1977, seis años después de su predecesora, y nuevamente se basa en sucesos reales en los que se vieron involucrados los Warren, pero esta vez en Inglaterra, cuando se les solicitó viajar a Londres para comprobar la veracidad de los aterradores hechos paranormales que atormentaban a una madre soltera y sus cuatro hijos, en particular la hija menor, hostigada por una fuerza sobrenatural.
Tras las cámaras vuelve a estar el cineasta James Wan, quien desde la década pasada y con ocho producciones previas, viene desarrollando una carrera que aunque ha tenido tropiezos como la truculenta y desagradable «Sentencia de muerte», es cada vez más exitosa, sobre todo en el género de terror: en 2004 con «El juego del miedo» y en 2010 con «Demonio» y su secuela en 2013, el mismo año en que cosechó aplausos con «El conjuro»… y el año pasado hasta dirigió la taquillera «Rápidos y furiosos 7».
En esta ocasión Wan vuelve a contar con un sólido elenco de actores (encabezados nuevamente por Vera Farmiga y Patrick Wilson), quienes son clave en dar credibilidad y humanidad a personajes que podrían ser simples caricaturas, destacando en especial los atormentados niños.
Con el apoyo de una excelente dirección de arte y ambientación de época, y la atmosférica fotografía de Don Burgess, el realizador acierta una vez más en el tono, el ritmo y la intensidad, así como en el manejo de la tensión y temor que genera en el espectador. Salvo en contadas ocasiones, el filme confía en su material y sus recursos, no abusando de los efectismos a costa de los bruscos golpes de sonido y quiebres en la música que suelen estropear o saturar muchos momentos en este tipo de producciones.
Quizá no sea una obra maestra, decae en algunas escenas clave y reitera elementos de la película anterior, pero de todos modos esta secuela es efectiva y consigue asustar.
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«Adiós al lenguaje»
Aunque no se exhiba en su formato original en 3D y la única sala en la que se podrá ver será el Centro Arte Alameda, de todos modos el estreno del más reciente largometraje de una leyenda viviente del cine, el veterano director Jean-Luc Godard, es una excelente noticia para los cinéfilos santiaguinos.
Casi seis décadas desde su debut en el cine, el hoy octogenario realizador estrenó esta película en la competencia oficial del Festival de Cannes 2014, obteniendo el Premio del Jurado y generando el fervor de buena parte de los críticos del mundo.
El resultado no es para todos los gustos: a lo largo de apenas 70 minutos y entrecruzando los vaivenes en la relación de una pareja con el deambular de un simpático perro en medio de la naturaleza, el tono experimental en lo visual y narrativo sin duda seducirá a los admiradores del siempre innovador e inquieto cineasta, mientras probablemente aburrirá o exasperará a los espectadores más convencionales, al menos a los que busquen alguna línea argumental básica o el desarrollo de una historia y personajes.
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