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– ¿Cómo toman desde el Consejo la ofensiva lanzada por Chile al demandar a Bolivia ante la CIJ, adelantándose a lo anunciado por Evo Morales?
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Este hecho tiene dos lecturas: una política y la otra jurídica. La primera no es ninguna sorpresa y la consideramos una reacción ante la acertada decisión del compañero presidente Evo Morales del pasado 23 de marzo pasado (el anuncio de la demanda boliviana). Además, entendemos que internamente, este vaciamiento de legitimidad hace que haya primado un afán de apresuramiento por parte de Chile, antes que evaluar y desglosar estudios de hechos que a lo largo de la historia de nuestros países se dieron en torno al Silala, como la agenda de 13 puntos (2006) que particularizaba la discusión sobre la naturaleza de las aguas, que en el contexto nuestro obedece a manantiales milenarios del territorio boliviano.
La otra lectura es que observamos contradicciones y ambivalencias que cambian de comportamiento, en relación a la demanda anterior. A criterio del canciller chileno era un comportamiento inamistoso que incomodaba a dos hermanos países, pero ahora estos criterios parecen haberse cambiado y sobre esa base consideramos que la decisión estratégica de Bolivia es invariable.
– El presidente Morales anunció en marzo que tomaría cerca de dos años la preparación de la demanda boliviana. ¿La acción chilena afecta ese plazo?
No, porque ya hay una acumulación de estudios. Probablemente necesitemos hacer complementaciones y, calculando los tiempos de los procesos que La Haya exige en la acreditación de la gente y en establecer la memoria y la contramemoria, hay un tiempo útil que nos va a permitir cumplir con nuestra agenda, la que ya estaba dispuesta por nuestro presidente.
– ¿Cuáles son los argumentos más fuertes de Bolivia que sustentan su tesis de que el Silala es un manantial y no un río internacional?
Nuestra tarea es demostrar que tenemos la verdad de los hechos. Hay una estructura natural que en el lugar de los hechos va a a mostrar ocularmente que hablamos de aguas que emanan de un manantial que está en territorio boliviano, a diferencia de la pretensión forzada y tergiversada que con la demanda se intenta plantear, sobre que el Silala es un río internacional.
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– ¿Qué opinión le merecen los argumentos planteados por Chile para considerar al Silala como un río internacional?
Son muy débiles, ausentes de fundamentación jurídica y con muchas distorsiones. Hay una ausencia de estudios técnicos, aunque se dice que los hay, pero no parecen mostrar suficiencia sobre lo que se presenta. Seguramente, buscando cumplir con el procedimiento, va a haber mayores profundizaciones. No se menciona, y se entiende porque así les conviene, la construcción de obras civiles en la zona y el drenaje y la canalización de estas aguas, o el empedrado y la mampostería de obras civiles, que tienen un propósito.
Todos estos criterios nos muestran que una valoración técnica va a pesar mucho a la hora de las definiciones.
– ¿Cree que con el tema del Silala se podría producir una reacción similar a lo ocurrido con la demanda marítima ante La Haya?
Primero, haciendo hincapié en que son dos temas diferentes, estamos seguros de que una inspección ocular en el lugar de los hechos les puede graficar de manera incuestionable que estamos hablando de aguas producto de manantiales milenarios. Cualquier ciudadano del mundo que pueda visitar el lugar va a reconocer y abrazar esta deuda histórica que se tiene con nuestro país y va a ser solidario con nuestra legítima posición de sentar soberanía sobre esas aguas.
– ¿Algún mandatario de la región le ha mostrado su apoyo en las últimas semanas?
Vamos a desarrollar varias actividades, hemos tenido una tercera inspección con representaciones internas. Tenemos el anuncio de nuestras propias organizaciones sociales de sectores que están con el deseo de conocer estos lugares, y creo que ese hecho va a gravitar un sentimiento unitario con el que nos encontramos todos los bolivianos en torno a las aguas del Silala.