Se ha completado el proceso para la creación del Ministerio de la Mujer, cumpliéndose un gran anhelo de las mujeres de nuestro país. En marzo de 2014, la Presidenta Bachelet envió al Parlamento el proyecto que crea el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género. Después de un largo debate legislativo, el proyecto fue aprobado por la unanimidad de la Cámara de Diputados y en este mes se inicia su puesta en marcha.
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Para nuestro país, esta es una noticia importante, ya que una de las desigualdades más fuertes, extendida y persistente en nuestra sociedad es la que existe entre hombres y mujeres. Es una desigualdad que cruza todas las clases sociales, que empieza tempranamente a operar en la formación de niñas y niños en la transmisión de prototipos ideales que impiden la igualdad de oportunidades, se va extendiendo a lo largo de la vida en una serie de discriminaciones, algunas sutiles otras bastante directas y evidentes, las que se expresan desde las oportunidades laborales hasta las instancias de representación política.
Hoy día en nuestro país a las mujeres se les paga menos que a los hombres por realizar el mismo trabajo. Esa injusticia tan evidente es producto de una cultura de la desigualdad que es necesario transformar. Una cultura que permite y hace normal discriminar a la mujer. Por ello, el objetivo principal del Ministerio será promover la equidad de género y procurar eliminar todas las formas de discriminación en contra de las mujeres. Para lograrlo, deberá actuar en diversos ámbitos, quisiera destacar los más significativos.
Primero, promover que todas las mujeres, de cualquier condición, sean tratadas con respeto y no sean discriminadas. Esto implica abordar la vida cotidiana en el ámbito laboral, doméstico, de estudio, vía pública etc.
Segundo, erradicar la violencia de género en todas sus formas y lugares es una labor primordial de nuestra sociedad. Cada cierto tiempo las noticias nos informan de hechos de violencia contra las mujeres, los relatos son estremecedores y nos conmocionan, pero también existe una violencia cotidiana la que muchas veces va permitiendo que se cometan los hechos de violencia más graves.
Tercero, lograr que aumenten los niveles de participación de las mujeres en los espacios de toma de decisión política, económica y social. Este punto es de vital importancia para lograr un cambio cultural. Si el poder en la sociedad se encuentra mejor distribuido se podrán abordar los desafíos de la desigualdad y discriminación de una forma más eficaz.
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