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EEUU: así se ha desarrollado el juicio por el asesinato de Víctor Jara

La segunda semana del juicio, que se desarrolla en Orlando, concluyó con la defensa de Pedro Barrientos –militar acusado de la muerte del artista- negando conocer al cantautor en esa época.

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La semana pasada se dio inició al juicio en la ciudad de Orlando, EE.UU donde se revisará la solicitud de extradición para Pedro Pablo Barrientos, militar chileno quién es acusado de ser uno de los asesinos y torturadores del icónico cantautor chileno Víctor Jara, durante la dictadura de Augusto Pinochet.

La demanda se había presentado de manera inicial el 2013 en Jacksonville, Florida, por parte del Centro de Justicia y Responsabilidad (CJA) con sede en San Francisco y se espera que se prolongue hasta el 29 de junio.

La evidencia en contra de Pedro Barrientos –y el rol que habría jugado en el asesinato de Jara días después del golpe de Estado- se ha instalado en Florida desde el año 1989, pero este juicio es el primero en que el ex militar responde ante los tribunales.

Barrientos, quien ya es ciudadano estadounidense, está acusado del asesinato extrajudicial y tortura de Víctor Jara en una demanda civil interpuesta por Joan Jara, exposa del artista, y sus dos hijas.  Las tres han rendido también testimonio en la corte a cargo del juez Roy Dalton.

La defensa de Barrientos

Uno de los aspectos que más ha llamado la atención de los 5 días de juicio que se han llevado a cabo, es que la defensa de Pedro Barrientos (67) es enfática en decir que el ex militar chileno desconocía la existencia de Víctor Jara, al igual que las torturas y asesinatos extrajudiciales que se llevaron a cabo en el Estadio Chile  en 1973, donde el cantautor fue acribillado.

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El ex teniente del régimen de Pinochet, que se mudó a EE.UU. en 1989, precisó a través de sus abogados que solo tuvo conocimiento del cantautor y de los sucesos recién hasta 2009. A eso se le sumó su ex esposa, María Castro, quien testificó a favor de Barrientos, dijo incluso desconocer el golpe de estado del general Augusto Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende, ocurrido cinco días antes del asesinato de Jara. 

La testigo señaló que fue en 1987 cuando supo del golpe y de la violencia que se desató en Chile por esa época, y recién en 2008 supo de Jara y de las muertes en el polideportivo. 

Por otro lado, la semana pasada varios testigos de la acusación donde también hay varios ex oficiales chilenos, dieron testimonios para demostrar que Barrientos era uno de los militares a cargo del estadio, hasta donde fueron llevados en calidad de detenidos el cantautor y decenas de estudiantes y profesores. 

Además, señalaron haber sido testigos de las torturas a los detenidos por parte de oficiales en los vestuarios del Estadio Chile, ahora Estadio Víctor Jara. 

El día a día del juicio

Los días de juicio se han desarrollado con varios aspectos llamativos. En el primer día Mark Beckett  -socio de la firma Chadbourne & Parke- declaró en nombre de la familia Jara afirmando que “la única arma de Víctor Jara esa su guitarra” y que “fue apuntado solo porque era un símbolo del Gobierno democráticamente electo”.

La viuda de Víctor, Joan Jara, subió al estrado para finalizar la jornada y Kathy Roberts de la CJA fue la encargada de las preguntas. Habló sobre su vida con Víctor y el significado de su tortura y muerte. Con dolor se refirió al impacto que le produjo la muerte del folclorista, afirmando que “mi vida fue cortada en dos”.

Día dos: Manuela Bunster, una de las hijas de Víctor Jara, declaró ante el jurado enfatizando que “no fuimos las únicas a quienes les pasó esto en Chile” y que “mis compañeros estudiantes fueron golpeados”.

En esta jornada también declaró la periodista chilena de Ciper, Mónica González, quién manifestó que Víctor Jara “representaba el coraje mediante las canciones que contaba con dignidad” y habló sobre las condiciones del centro de detención del Estadio Chile. “Hubo un incidente donde asesinaron a jóvenes por escuchar canciones de Víctor Jara”, declaró.

El día concluyó con los testimonios de un ex militar y un ex conscripto chileno que declaró en contra de Barrientos.  “Él siempre mostraba su pistola, diciendo con esta maté lo maté”, contó además de confirmar, según su testimonio, que “Barrientos organizaba la guardia en el centro de detención del Estadio Chile”.

Día tres: Declaró Érica Osorio Araya, quien era estudiante en la Universidad Técnica del Estado en Santiago donde Víctor Jara hacía clases.

Describió el día en que los militares sitiaron la universidad y ella junto a Víctor y otras personas en la universidad se refugiaron en el comedor bajo el gimnasio. Relató que soldados entraron, los empujaron contra las murallas y los golpearon con sus pistolas, describiendo el momento en que identificaron a Jara.

A Osorio se le presentó una fotografía de seis hombres jóvenes en uniforme y se le consultó si reconocía a alguno. Ella apunto a uno. Era Barrientos. Ella dice que lo vio hablando con el anunciador, quien luego proclamó: “Ahora sé qué haremos con ustedes”. Su impactante testimonio fue sustentado con los de cuatro conscriptos que sirvieron en la Escuela de Ingeniería de Tejas Verdes, en la mismo regimiento y compañía que Barrientos.

Todos ellos confirmaron que Barrientos estaba en el Estadio Chile.  Uno lo vio llegar con un maletín en muchas ocasiones y lo vio todos los días en la formación. Además confirmó la atmósfera violenta dentro del estadio, declarando que los prisioneros eran golpeados con armas y sus cadáveres enviados en ambulancias. Finalmente narró  que alrededor de 40 prisioneros recibieron la orden de correr por la calle principal de Santiago, donde fueron disparados a matar”. Afirmó haber visto a Víctor Jara en el estadio.

Día cuatro: Un sobreviviente del centro de detención del Estadio Chile testifica que fue sacado por los militares desde la misma universidad donde Jara trabajaba. Declaró que mientras estaba detenido en el Estadio Chile, Víctor Jara fue sujeto de múltiples golpes, tema del último poema de Víctor, compuesto en sus últimos días.

El 15 de septiembre de 1973, antes de ser transferido al Estadio Nacional, Navia vio a Víctor Jara muerto y su cuerpo torturado entre una pila de otros entre 30 y 40 cuerpos, cerca de la entrada del estadio.

Día cinco: Un ex militar conscripto testificó haber visto a oficiales golpeando detenidos en los vestuarios del Estadio Chile, días después del golpe.

El conscripto declaró que la ex esposa del teniente Barrientos lo engañó para firmar una falsa declaración, la cual él no pudo revisar debido a su analfabetismo. Él declaró que la esposa de Barrientos lo contactó y le consultó por “la verdad”. El conscripto accedió a dictarle una declaración, la cual ella grabó. Durante la declaración del conscripto, él descubrió que su testimonio dictado era irreconocible en comparación con la que la ex esposa de Barrientos había notariado y enviado como evidencia.

En la tarde, se presentó el testimonio de Barrientos ante el jurado. En la declaración, Barrientos aseguró que no puede recordar ninguno de los nombres de los soldados que estuvieron bajo su mando, incluidos sus ex guardias. Él además manifestó que no conoció el Estadio Chile, sino hasta el 2009, a pesar de haber estudiado en Santiago antes de 1973. Asimismo, sostuvo que no conocía a Víctor Jara antes del año 2009. Finalmente, expresó que no supo de las torturas en el Estadio Chile, sino hasta el año 2009.

Barrientos además fue confrontado con la transcripción de una entrevista jurada del FBI, del año 2012, que fue parte del resultado de una investigación en Chile, respecto a su rol en la tortura y muerte de Víctor Jara.

Los demandantes señalaron que había dado al FBI diferente información (versiones contradictorias) respecto de quién era y dónde estuvo entre el 12-17 de septiembre de 1973, en comparación con su declaración jurada para este caso. Por ejemplo, en la declaración del FBI , afirmó que se quedó con toda su compañía, más otra en el Ministerio de Defensa durante ese período de tiempo relevante; lo que significa que él estaba con 180 hombres. Sin embargo, ahora en su declaración, afirmó que no estaba nada más que con sus guardaespaldas, sólo cuatro personas más.

PB/MC

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