Esta semana está llegando a su fin la etapa participativa del proceso constituyente que se concretó en la realización de Encuentros Locales Autoconvocados y la consulta individual. Creo que es importante realizar un balance de las dificultades y logros de este proceso inédito de la vida política de nuestro país.
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Un tema que está en el debate es el número de participantes. Se calcula que se habrán realizado entre 3.000 a 3.500 encuentros locales y entre 60.000 a 65.000 consultas individuales. Si bien estas cifras son estimadas, ya que al día de hoy todavía el proceso continúa por unos días más, lo más probable es que los rangos de participación sean esos. La derecha realiza un cálculo perverso al comparar esa cifra con el padrón electoral para argumentar que fue una participación mínima y que por ende el proceso esta deslegitimado.
Este malintencionado argumento confunde dos actos de participación democrática, votar con deliberar, que son dos formas muy distintas de participar, las cuales requieren esfuerzos y dedicación incomparables al momento de invitar a la ciudadanía. Por ello, evaluar la cantidad de participantes tiene que realizarse en función del tipo de proceso. El número de participantes para el esfuerzo deliberativo es significativo y legitima el proceso.
Justamente considerando lo complejo de un proceso deliberativo, creo que el tiempo fue escaso y la difusión timorata. Hacia el final del proceso la participación fue aumentando progresivamente, al parecer las personas fueron motivándose con el correr del tiempo, pero no hubo la voluntad de ampliar los plazos más allá de cinco días. Esto no hubiese pasado si la difusión inicial para invitar y explicar cómo se participaba hubiese sido sin complejos ni miedos. Esta fue la falla política mayor.
Quedamos atrapados en intentar complacer a una derecha que tenía una decisión política de no participar y boicotear. Nos limitamos en algo que era fundamental, nuestro contacto con la ciudadanía.
También el debate del balance de esta etapa estará dado por las críticas de manipulación política por parte del Gobierno que hacen algunos sectores de derecha.
Es difícil argumentar sobre algo que surge de la imaginación y que tiene la intencionalidad política de deslegitimar un proceso democrático. Sencillamente no existen antecedentes de esa “manipulación”. La función del Consejo de Observadores ha sido justamente entregar transparencia.
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Se ha realizado un proceso innovador de participación política en nuestro país de forma exitosa, que debemos valorar como una forma de revitalizar nuestra democracia.
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