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Pese a tratarse de una medida a la que se habían resistido algunos de los más altos mandos militares por el miedo a cómo podía afectar a las tropas, el secretario de Defensa de EEUU, Ashton Carter, anunció en una rueda de prensa desde el Pentágono que «con efecto inmediato» las Fuerzas Armadas quedan abiertas a los transexuales.
El anuncio de hoy es la última muestra de un progresivo cambio de mentalidad en las Fuerzas Armadas estadounidenses, después de que en marzo se decidiese abrir todas las posiciones de combate a las mujeres, incluidas las de elite y los marines, de las que hasta entonces estaban excluidas.
Por otra parte, en mayo el Senado confirmó al primer secretario del Ejército abiertamente gay, algo muy significativo, ya que, si bien se trata de un cargo civil, se produjo menos de cuatro años después de que se pusiese fin a la política tácita de prohibir a los soldados u oficiales declarar abiertamente su homosexualidad.
«Es lo correcto y otro paso para asegurar que reclutamos y mantenemos a las personas más cualificadas. Nuestro Ejército, nuestra defensa y nuestro país serán más fuertes», aseguró Carter, al anunciar la apertura de las Fuerzas Armadas a los transexuales.
El jefe del Pentágono argumentó que las Fuerzas Armadas deben poder disponer de los más efectivos cualificados, al margen de su orientación sexual, así como que le consta que ya hay transexuales sirviendo en el Ejército hoy en día -aunque no abiertamente- y que la profesión militar debe estar abierta a todos los estadounidenses.
«El Departamento de Defensa y el Ejército necesitamos disponer de las mejores personas de las que podamos. No queremos que haya barreras que nos impidan reclutar a los más cualificados», apuntó Carter, quien estimó que actualmente hay unos 2.500 transexuales activos en las Fuerzas Armadas.
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«La realidad es que tenemos a transexuales sirviendo en uniforme hoy en día. Los estadounidenses quieren servir y la profesión de las armas debe estar abierta a todos. Debemos tener acceso al 100 % de la población de EEUU», añadió el jefe del Pentágono.
Desde hoy mismo, los transexuales pueden servir abiertamente y no se les puede licenciar del servicio militar simplemente por razón de identidad de género.
Carter aseguró que, en el caso de los transexuales, se aplicarán los mismos estándares y procedimientos que se aplican al resto de los miembros del Ejército y que, a partir de hoy, se abre una fase de 90 días para la elaboración de guías para los distintos estamentos militares, desde los oficiales hasta los médicos.
A partir del 1 de octubre, y con estas guías ya terminadas, los miembros del Ejército que se identifiquen como transexuales y que así lo deseen tendrán derecho a someterse a operaciones de cambio de sexo costeadas por el Departamento de Defensa, algo que supondrá un gasto adicional «mínimo», según los cálculos del Pentágono.
El primer paso para abrir las puertas del Ejército al margen de la orientación sexual se dio en septiembre de 2011, cuando el Congreso, a instancias de una resolución de la Justicia, puso fin a la política «Don’t ask, don’t tell» (No preguntes, no cuentes), implementada bajo el gobierno del demócrata Bill Clinton (1993-2001).
«Don’t ask, don’t tell» prohibía a quienes «mostrasen propensión o intenciones de perpetrar actos homosexuales» trabajar en las Fuerzas Armadas, al considerar que su presencia «crearía un riesgo inaceptable para los altos estándares de la moral, el buen orden y la disciplina, así como la unidad y cohesión que son esenciales para la capacitación militar».
Tras la resolución del año pasado del Tribunal Supremo que legalizó en todo el país el matrimonio homosexual, gran parte de la atención pública en EEUU se centra ahora en los transexuales, quienes se encuentran, por ejemplo, en medio de un intenso debate sobre el uso que pueden hacer de los baños públicos en base a su orientación sexual.
PUB/IAM