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El 5 de julio de 1944, hace 72 años, un batallón del Ejército Rojo fue lanzado en paracaídas detrás de las líneas alemanas, apostadas en Bielorrusia, por esos días parte de la Unión Soviética.
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Las tropas de Stalin realizaban una furiosa ofensiva y buscaban cortar la retaguardia de los nazis. En ese grupo iba un soldado especial: una mujer de 24 años. Se trataba de Tanya Baramziná, quien había sido profesora parvularia, pero que tras la invasión alemana, en medio de la Segunda Guerra Mundial, se enroló en el ejército como francotiradora y en las noches estudiaba enfermería.
En abril de 1944, Tanya se graduó como tiradora de primera clase y de inmediato fue asignada al frente bielorruso.
Cuando recibió la orden de combatir tras las líneas enemigas, Baramziná, de 24 años, ya poseía un registro de 16 alemanes muertos.
La última batalla
En territorio ocupado, el batallón soviético fue identificado por fuerzas alemanas y se desató un sangriento combate en que los soldados del Ejército Rojo sufrieron importantes bajas.
Tanya eliminó a 20 efectivos enemigos antes de que fuera resignada a labores de asistencia médica, frente a la gran cantidad de heridos.
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Pero las fuerzas soviéticas no lograron contener a los alemanes y Baramziná fue hecha prisionera. Fue brutalmente torturada, agentes de las SS le arrancaron los ojos y luego fue asesinada.
Tras la Segunda Guerra, la dictadura comunista levantó varios monumentos en honor a la joven de 24 años y fue reconocida como Héroe de la Unión Soviética.
PUB/AOS