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Lloró de tristeza y de rabia, pero las últimas lágrimas que escupieron hoy los ojos de Cristiano Ronaldo en París fueron de alegría. La alegría por poner el broche de oro a su carrera como futbolista cumpliendo un sueño.
El jugador de 31 años vivió en el Stade de France el partido más visceral de su carrera: abandonó la final de la Eurocopa en el minuto 25 por una lesión de rodilla y dos horas después estaba celebrando su primer título con Portugal tras el 1-0 en la prórroga ante la selección anfitriona.
Cristiano Ronaldo derribó así un nuevo muro y agrandó su leyenda con un trofeo que le coloca ya de forma indiscutible entre los grandes futbolistas y deportistas de todos los tiempos.
Lo ganó prácticamente todo. En su palmarés brillan tres Ligas de Campeones, otros tres Balones de Oro, varias Ligas, cuatro botas de oro, Mundiales de clubes, Copas y Supercopas, pero hasta hoy le faltaba algo: levantar un trofeo con su selección.
«Siempre soñé con ganar con Portugal», repitió varias veces antes del duelo en París, que era mucho más que una final para el crack del Real Madrid. «En 2004 lloré, ahora espero que las lágrimas sean de alegría», añadió, consciente de que sus emociones, para bien o para mal, le harían entrar en llanto.
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Era su gran oportunidad para colocar a Portugal en la historia del fútbol -algo que no pudieron hacer ni Eusebio ni Luis Figo-, para tomarse revancha de la final de la Eurocopa perdida en 2004 y para colocarse en la «pole position» de cara a un nuevo Balón de Oro tras haber conquistado el 28 de mayo la Liga de Campeones con el Real Madrid.
Sin embargo, todo se torció para él cuando Dimitri Payet le embistió y su rodilla izquierda hizo «crack». Lo notó desde el primer momento el futbolista, que tras intentar volver al campo tuvo que retirarse definitivamente sin consuelo alguno. La imagen de una polilla posándose en su pestaña lo decía todo. Él roto y el pequeño animal, ajeno a todo, revoloteando en su cara.
Pero el destino le tenía guardado un regalo. Volvió al banquillo en la prórroga y arengó a sus compañeros. Cuando el árbitro pitó el final, se tiró al suelo y lloró otra vez, pero de alegría tras un nuevo hito en la carrera de un jugador que no deja de romper muros.
Cristiano Ronaldo tiene uno de los mejores y más potentes disparos del mundo, maneja ambas piernas, remata de cabeza como nadie, huele el gol en cada contacto con la pelota y lleva el gen ganador en las venas. Posiblemente no haya ningún jugador tan obstinado en ganar, en mejorar, en acercarse todo lo posible a la perfección. Su enorme talento está secundado por una preparación casi militar.
Ese deseo constante, casi obsesión, de traspasar sus propios límites le granjeó una personalidad que no deja indiferente a nadie. Unos lo acusan de ególatra, los otros elogian su voluntad de hierro. Así lleva desde que el mundo conoció su envenenado dribbling cuando fue traspasado en 2003 del Sporting de Portugal al Manchester United.
En Inglaterra explotó como un jugador total, lo que propició que el Real Madrid desembolsara 94 millones de euros por él en 2009. Siete años después, alguno puede pensar que hasta fue barato: lleva seis temporadas marcando al menos 50 goles.
En España convivió con la mejor versión de Lionel Messi, su némesis, un jugador sin el que no se puede entender a Cristiano Ronaldo. La genialidad y los títulos del argentino empujaron al portugués a explorar nuevas fronteras.
Su cuerpo, de hecho, ya no tiene esa potencia con la que atropellaba hace unos años a sus rivales. Pero el portugués se reinventó: dejó la banda paulatinamente y se acercó al área. Perdió espectacularidad, pero mantuvo el gol.
Hace doce años acabó la final de la Eurocopa 2004 en Lisboa llorando desconsoladamente sobre el césped del estadio Da Luz de Lisboa. Hoy atrapó por fin su sueño en París, también entre lágrimas, de tristeza y de alegría. «Vamoooooos», gritó, con la voz casi desgarrada y el rostro rojo como un tomate, cuando alzó a las 23:47 de la noche el trofeo.
Obsesivo e hipnotizado por conseguir más y más récords, seguro que el futuro le tiene guardados más trofeos a Cristiano Ronaldo. Todos serán repetidos salvo si consigue ganar el Mundial de Rusia 2018.