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Los Mares del Sur de China tienen un nombre evocador, pero pocos litigios han enfrentado a sus vecinos como el desatado por culpa de la soberanía de esa parte del océano Pacífico, y de dos archipiélagos, las islas Paracelso y las Spratly.
Reclamadas, las primeras, por Vietnam y China, y por Filipinas y Vietnam, las segundas, la Corte Permanente de Arbitraje (CPA) de la Haya ha decidido este martes el futuro del conjunto. Otros tres países tienen también intereses en la zona: Taiwán, Malasia y Brunéi.
Junto a las islas, hay rocas, atolones, bancos de arena y arrecifes, entre ellos el bajío Scarborough Shoal, cuyo acceso está restringido desde 2012 por Pekín. La importancia comercial de la ruta (por ahí se mueven cada año mercancías por cinco billones de dólares), y su capital pesquero, han tensado asimismo las relaciones de todas las partes. De ahí que, en 2013, tras duras acusaciones mutuas entre China y Filipinas de militarizar la zona, y varios incidentes con muertos a lo largo del tiempo (70 soldados vietnamitas en 1974 y 60 pescadores en 1988) Manila elevara el caso ante la CPA.
Desde 2013, el gigante asiático ha edificado islas artificiales en la zona que albergan instalaciones civiles y militares, y unas imágenes por satélite publicadas por IHS Janes Defense Weekly en abril mostraban los progresos en la construcción de una pista de aterrizaje en el arrecife Fiery Cross. Según China, estos trabajos son legales y necesarios para salvaguardar su soberanía.
Para China, también hay un componente militar. Una de las prioridades de la modernización de sus fuerzas armadas es la creación de una flota de submarinos capaces de rivalizar con los estadounidenses. Ya cuenta con una base para ellos en Sanya, en la isla de Hainan, pero varios expertos consideran que en el futuro los islotes en disputa podrían ofrecer una base más apropiada para estos navíos.
En el fondo de la disputa hay una doble razón. Se sospecha que estas cadenas de islotes puedan guardar en su lecho marino recursos naturales. Pero también son claves desde el punto de vista geoestratégico: para China, que tiene entre sus objetivos de Defensa el establecimiento de una Marina militar puntera, el mar del sur representa una salida natural para su flota en ruta hacia el Índico. Estados Unidos, que ha declarado el “pívot” hacia Asia Pacífico de su política exterior y defensiva, no quiere cederle fácilmente el control de un área de intenso tráfico marítimo y por la que atraviesa anualmente un volumen comercial de casi 5 billones de euros.
PUB/IAM