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Verhoeven: “No soy la ‘comandante Ana’, soy una mujer corriente involucrada en una cosa extraordinaria”



La francesa Emmanuelle Verhoeven, reclamada por Chile por el asesinato del senador UDI Jaime Guzmán en 1991, aseguró que la guerrillera «comandante Ana», como muchos la llaman, es una «creación de la extrema derecha».

En una entrevista a Efe en Nueva Delhi, donde tiene abierto un proceso de extradición a Santiago, insiste en que su contacto con los asesinos de Jaime Guzmán, principal autor de la Constitución impuesta por el dictador Augusto Pinochet en 1980, se limita al tiempo que trabajó en una prisión chilena.

«No soy quién la gente dice, no soy una comandante, soy una mujer corriente involucrada en una cosa extraordinaria», afirma Verhoeven, quien el pasado día 2 salió en libertad bajo fianza tras pasar 16 meses en prisión en la capital india.

Mantiene que su supuesto alter ego, la «comandante Ana» del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) «no existe».

«Es absolutamente una creación del servicio de la Policía secreta de Pinochet (…) La UDI creo que trabajaba con gente del servicio de Pinochet y ahora esa misma gente está trabajando para la UDI en la Fundación Guzmán», declara Verhoeven, de 56 años.

El caso del senador fue reabierto en 2010, cuando la UDI gobernaba en coalición en Chile, a su juicio, en un intento de «involucrar a todas las fuerzas de izquierdas» de la época de la dictadura para mostrarse como los «buenos».

La supuesta «comandante Ana», que residió en Chile entre 1985 y 1995, trabajó en una cárcel durante 1994, cuando se encargó de asegurar los derechos de los presos que iban a ser trasladados a la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago.

«Saben que no estuve involucrada (en el asesinato), pero creen que quizás sé algo porque estuve con los presos políticos», indica.

Entre los prisioneros estaban los frentistas Ricardo Palma Salamanca, actualmente prófugo y quien se cree que se encontraba en Cuba, y Mauricio Hernández Norambuena, hoy condenado por secuestro en Brasil.

«Todas las veces aceptaron la responsabilidad del asesinato de Guzmán y (me) explicaron que fue una reivindicación política porque el señor Guzmán era parte de la dictadura», detalla.

Salamanca, señala, reconoció que «mató (a Guzmán) con el fusil» y le contó que, tras ser arrestado, fue «torturado» hasta que habló.

Norambuena, por su parte, le reveló que fue el jefe operacional del asesinato del senador.

«Nunca hablaban de la responsabilidad de todo el FPMR, sino que decían que eran de la rama autónoma», que persistió en la violencia tras la dictadura, puntualiza Verhoeven.

Durante aquel año, la supuesta ex guerrillera visitaba a los presos tres veces por semana y hablaban de «todo» tipo de cosas: de música, de la transición o de política, explica.

Añade que ellos, interesados tanto por asuntos del exterior como «si habían hecho nuevas estaciones de metro», le «preguntaban más» a ella que a la inversa.

«No tengo ninguna otra información que lo que los prisioneros explicaron y esta es la historia real, (cualquier) otra historia es lo mismo, una invención», resalta.

Sobre el asesinato del senador, al que describe como un «hombre muy sucio», comenta que fue «un poco extraño porque fue un objetivo muy fácil».

Salamanca y Norambuena escaparon en helicóptero de la Cárcel de Alta Seguridad en 1996, en la denominada «Fuga del Siglo», con la que también se trató de vincular a Verhoeven.

No obstante, mantiene que «nunca» vio esa prisión y que para entonces ya había regresado a Francia tras perder «sin explicación» su trabajo en 1995.

Dice que se enteró de la operación por la televisión y que, tras la fuga, no volvió a tener noticias de los dos frentistas.

Sólo tras su traslado a la Cárcel de Alta Seguridad, agrega, fue contactada por la hermana de Salamanca a petición de los guerrilleros, que estaban «un poco preocupados» por su seguridad.

De Verhoeven se ha dicho también que recibió entrenamiento subversivo en Cuba y que se encontró con miembros del FPMR en Panamá y Nicaragua.

Reconoce que ha visitado los tres países, en el caso de Cuba para un congreso, y las naciones centroamericanas para realizar trabajos voluntarios, pero asegura que las fechas de sus viajes confirman que esas teorías «no son posibles».

También niega tener «relación alguna» con «La Oficina», un organismo estatal de inteligencia en los años 90 con el que algunos la vincularon entre alegaciones de que fue una doble agente.

Preguntada por un vídeo difundido por medios chilenos en el que supuestamente aparece con el frentista Galvarino Apablaza, defiende que ni siquiera la Justicia chilena lo contempla como prueba por ser un «montaje».

No le resulta extraño que existan vídeos secretos de ella en los años 90, cuando también la «seguían» por la calle, ya que fue «la primera civil en acceder al interior de la cárcel» en la que trabajaba.

Todas estas alegaciones son, en su opinión, «pistas falsas» que «la gente termina por creerse» como ocurre, dice, cuando un país afirma que tiene «armas químicas».

Verhoeven se muestra optimista de cara a su proceso judicial en la India y confiesa que teme que le hagan «algo muy malo» si es extraditada.

«El único terrorismo que conoce Chile -resalta- es el terrorismo de Estado, con torturas, desapariciones y mucha gente exiliada».

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