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Un grupo de soldados golpistas afirma haber tomado el poder en Turquía, dirigida por el presidente Recep Tayyip Erdogan, en medio de escenas de caos y enfrentamientos sangrientos. El gobierno asegura tener todo «bajo control», pero la situación es muy confusa.
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El intento de golpe de Estado se encuentra «ampliamente bajo control», declaró el primer ministro Binali Yildirim, que lo calificó de «iniciativa idiota abocada al fracaso».
Un portavoz de los servicios secretos dijo que «se había vuelto a la normalidad».
Pero la situación en este país de 80 millones de habitantes y miembro clave de la OTAN seguía siendo muy confusa cuatro horas después del anuncio del intento de golpe de Estado y se seguían oyendo explosiones en Ankara.
El parlamento en Ankara fue bombardeado. Además en otro incidente en la capital 17 policías murieron, anunció la agencia Anadolu. En Estambul unos soldados abrieron fuego contra la muchedumbre, causando heridos, constató un fotógrafo de la AFP.
Por otro lado una fuente presidencial informó que cazas F-16 derribaron un helicóptero de los golpistas.
Unas dos horas después del anuncio del golpe, Erdogan pronosticó que fracasaría en una intervención en televisión con teléfono móvil vía FaceTime y llamó a la población a echarse a la calle para resistir.
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El presidente se encontraba en un «lugar seguro», según una fuente presidencial, pero más tarde aterrizó en Estambul, donde fue recibido por una muchedumbre.
Una explosión de gran potencia y origen indeterminado se oyó en Ankara mientras que los cazas y helicópteros sobrevolaban la capital. Los tanques se desplegaron frente al parlamento.
Los golpistas tomaron como rehén al jefe del Estado Mayor, informó la agencia Anadolu.
Las relaciones de Erdogan con el ejército fueron complicadas en el comienzo de sus mandatos como primer ministro porque redujo la influencia de las fuerzas armadas en la política, pero luego alcanzaron un punto de equilibrio.
Toma de poder total
«Es un levantamiento en el que también participa el Estado paralelo», dijo Erdogan en referencia al predicador Fetullah Gulen, su enemigo, exiliado en Estados Unidos.
Poco antes de la medianoche (21H00 GMT) la cadena de televisión estatal difundió un comunicado de «las fuerzas armadas turcas».
«No permitiremos que el orden público se altere en Turquía (…) Se impuso un toque de queda en el país hasta nueva orden», señala el comunicado, firmado por el «Consejo de la paz en el país» que afirma haber «tomado el control».
Anteriormente, el primer ministro Binali Yildirim advirtió a los implicados en esta acción «ilegal» que pagarán «un precio muy alto».
En Estambul, las fuerzas de seguridad bloqueaban las avenidas que llevan a la plaza Taksim y la policía estaba desplegada en las calles.
Las televisiones mostraron a muchedumbres congregadas cerca del aeropuerto Ataturk de Estambul para celebrar el intento de golpe de Estado. Otros, en la plaza Taksim, protestaban contra el golpe.
Pánico
Muchos habitantes estaban preocupados o cedían al pánico yendo a los comercios a comprar agua y a los cajeros automáticos a sacar dinero.
Los golpistas publicaron un comunicado en la página web del Estado Mayor de las fuerzas armadas, anunciando una «toma de poder total en el país».
La acción tiene como objetivo «asegurar y restaurar el orden constitucional, la democracia, los derechos humanos y las libertades y que prevalezca la ley suprema», escriben.
«Todos nuestros acuerdos y compromisos internacionales siguen siendo válidos. Esperamos que continúen nuestras buenas relaciones con los otros países», añade el texto.
La situación en Turquía preocupa a la comunidad internacional.
El secretario de Estado estadounidense John Kerry deseó que prevalezca la «paz y la continuidad del poder».
La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, llamó este viernes a la «moderación» y al «respeto de las instituciones democráticas» y su homólogo ruso Serguei Lavrov instó a evitar un baño de sangre.
PUB/SVM