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We’ve launched Predator Free NZ, a world-first project to eliminate rats, possums and stoats in NZ by 2050.https://t.co/zYMutlkX4L
— John Key (@johnkeypm) 25 de julio de 2016
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«No más depredadores». Esa es la consigna con la que Nueva Zelanda le declara la guerra a las ratas, armiños y otras especies, al anunciar un proyecto con el que pretende erradicar estos mamíferos antes del año 2050.
Como lo leen. El gobierno de Nueva Zelanda anunció una estrategia para acabar con las ratas, los armiños y las zarigüeyas en los próximos 34 años, principalmente porque estas especies introducidas al archipiélago matan a las aves nativas, incluyendo al kiwi. Según estimaciones oficiales, cada semana mueren 20 ejemplares de esta especie y su población total en el país es de apenas 70 mil ejemplares.
«Nuestro objetivo es que cada lugar de Nueva Zelanda esté totalmente libre de ratas, armiños y zarigüeyas«, explicó en un comunicado John Key, primer ministro del país. En caso de tener éxito, será el primer país del mundo en acabar con estas especies. «Este es el proyecto de conservación más ambicioso del mundo, pero creemos que si todos trabajamos juntos, podremos lograrlo», sentenció Key.
¿En qué consiste? En esta primera etapa, el gobierno del país invertirá cerca de 28 millones de dólares en mejoramiento de control de plagas, apoyo a la investigación científica y en trabajo con las comunidades.
A largo plazo esperan: «Conservar la vida silvestre del país, ahorrar en el control de plagas, y generar nuevas oportunidades de negocio y de turismo», explicó John Kay.
Los depredadores, un problema para la economía de Nueva Zelanda.
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Estas «especies introducidas» generan daños para la economía de Nueva Zelanda, esencialmente en el sector primario, lo cual se traduce en más de mil 900 millones de dólares de pérdidas.
Las especies como armiños y zarigüeyas fueron introducidas en 1837 para controlar a la población de conejos y liebres.
Existe otra animal que está «en la mira» del gobierno neozelandés. Se llaman posums y se les considera una plaga porque, al no tener enemigos naturales, pueden acabar con grandes extensiones de bosques.
«El mayor reto serán las ratas y ratones de las zonas urbanas. Para que este proyecto funcione, las comunidades urbanas tendrán que cooperar«, comentó Mick Clout, investigador de la Universidad de Auckland en entrevista con el periódico británico «The Guardian«.