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Columna de Hugo Tagle: Por una vejez digna

No me pronuncio sobre nuestro sistema de pensiones. No sé qué sistema será mejor. Espero que la gente entendida convenza bien a todos los chilenos cuál es el mejor, en forma responsable, ordenada y democrática. A punta de arengas, frases para la galería, no le solucionamos el problema a la gente mayor. Sólo se crea confusión y enrarece aún más el ambiente. Si hay que cambiarlo, se hará. Y si hay que perfeccionarlo, también. El punto es que hagamos las cosas bien, cosa que nos cuesta, pero se puede.

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Sí me quiero pronunciar sobre la vejez y cómo la afrontamos en esta copia feliz del Edén. Tengo entendido que Chile es uno de los países del área donde mejor se viven los últimos años. Pero eso no significa gran cosa. Podría ser infinitamente mejor.
Para empezar, hágase la idea, querido lector, que usted también va a llegar a viejo. Y antes de lo que cree. El tiempo pasa volando, es un suspiro; no nos damos cuenta y ya estaremos jubilando. Y esto no es una amenaza sino una sabia ley de vida.

Hay que dar espacio a las nuevas generaciones, vivir bien los años que se nos regala y  dejar una buena estela por esta vida que es la única que tenemos. La próxima, esa en la que todos creen aunque no lo quieran reconocer, es para dar cuenta de lo que hemos vivido en ésta. Así que póngase manos a la obra y contribuya con cosas buenas para dejar un buen recuerdo de su paso en su familia, entre sus amigos y parientes. Sería una pena que, cuando parta, la gente sienta más alivio que una pena.

Lo segundo es tratar bien a la gente mayor. Se escucha a gente mayor alegar que lo más doloroso de la vejez es la soledad. Uno encuentra ancianos a los que nadie visita, incluso por años. ¿Dónde están sus parientes, hijos, amigos? Aparecen para los funerales y cuando hay que repartir lo poco y nada que puedan dejar.

Lo invito a ser agradecido con sus padres. Organice un sistema de turno con sus hermanos para visitarlos a ellos y a los abuelos o tíos mayores, sobre todo a los que han terminado solos. Invítelos a su casa, sáquelos a pasear. Los mayores no esperan gran cosa a estas alturas de la vida. Ni grandes regalos o viajes. Quieren compañía, algo de atención, compartir recuerdos, ser escuchados.

Lo tercero, si usted es mayor, participe de algún club o grupo de gente mayor. Aprovecho de felicitar aquí a tantas fundaciones, municipalidades, que tienen buenos programas para la tercera edad, que les permiten no sólo distraerse, sino conversar y tratar a iguales; compartir historias y seguir aprendiendo. Tenga un hobby o practique un deporte que pueda seguir de mayor. Lo mantendrá despierto y jovial. Sea alegre, que eso mantiene el alma juvenil.

Y por último, lo más importante, rece, vaya a misa, que se vive mejor la vejez cuando se tiene a Dios en el alma y se conversa con Él. Así ese encuentro definitivo será con un viejo amigo y no un extraño.

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