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Columna de Joel Poblete: “Colonia Dignidad”-“Escuadrón suicida”-“Juventud”, cuestión de expectativas

Como hemos comentado en más de una oportunidad, las expectativas pueden jugar a favor o en contra de una película, y la cartelera de esta semana coincidentemente incluye tres ejemplos en ese sentido.

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Por ejemplo, más allá del revuelo en redes sociales surgido hace unos meses cuando sin mayor fundamento se aseguró que no sería estrenada en Chile por culpa de la censura, ahora que finalmente «Colonia» llega a los cines, y dejando de lado polémicas infundadas y prejuicios por tratarse de una producción internacional basada en una historia real que transcurre en nuestro país -lo mismo que pasó con «Los 33»-, hay que decir que la película del alemán Florian Gallenberger es mejor de lo que muchos decían.

Claro, los atropellos a los derechos humanos que sufrieron las víctimas de Paul Schäfer y sus secuaces se merecían una adaptación fílmica mejor, más rigurosa y comprometida, pero no por eso se va a negar que como thriller convencional funciona muy bien, maneja el ritmo y la tensión de manera efectiva y no es el fiasco que pudo haber sido, ni el bodrio que cuestionaban muchos que ya la vieron por medios no legales.  

Otro largometraje que ha levantado mucha cobertura mediática es «Escuadrón suicida», nueva entrega de la serie de películas que están conectando los personajes y superhéroes surgidos de DC Comics, tras «El hombre de acero» y la vapuleada y fallida «Batman v/s Superman».

Dirigido por David Ayer («Corazones de hierro») y centrado en el grupo de supervillanos reunidos secretamente por una agencia gubernamental para enfrentar situaciones extremas, despertaba expectativas por su llamativo elenco y prometer mucho desborde y humor negro; en la práctica, hay que reconocer que la trama parte muy bien presentando a sus hiperventilados y violentos personajes, pero por el camino todo termina agotando, el ritmo se diluye y poco a poco se transforma en una cinta de acción del montón.

Puede que haga las delicias de los fans del género, pero quienes ya comenzamos a agotarnos de este tipo de películas, no tendremos muchos elementos para cambiar de opinión.

Los trabajos con perfil más autoral y de prestigio también pueden tener problemas por las expectativas. Le pasó el año pasado al italiano Paolo Sorrentino, quien tras su elogiada y premiada «La grande bellezza» volvió a la competencia oficial de Cannes con «Juventud», un filme que dividió fuertemente las opiniones: para muchos, una nueva obra maestra aún mejor que la anterior, para otros un artefacto pretencioso y pedante, pero de hermoso envoltorio.

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En verdad, al verla se entiende que provoque reacciones tan opuestas: bellamente filmada, aprovechando al máximo la dirección de arte y preciosas locaciones de los Alpes suizos, esta reflexión sobre el paso del tiempo, la juventud y la vejez, la vida y la muerte, los alcances del arte y muchas cosas más, quiere ser elevada, intelectual y sensible, y por momentos lo consigue; pero en otros se siente que hay personajes que sobran o que no tienen mayor relieve, que su mirada es muy estereotipada y nunca profundiza lo suficiente, y que no saca partido a todos sus actores por igual (aunque Michael Caine y Harvey Keitel están muy bien, y Jane Fonda brilla en su breve intervención), si bien en ellos radica buena parte de lo mejor del filme.

«Un caballo llamado elefante»-«El soltero de la familia»
Los dos estrenos nacionales de la semana son muy diferentes entre sí, pero poseen elementos que los hacen atractivos. Tras su comentada ópera prima de 2003, «Los debutantes», y la irregular «100 recetas para ser feliz», el director Andrés Waissbluth vuelve ahora en un registro muy distinto: una película para niños, inspirada en peripecias infantiles de los hermanos Roberto y Lalo Parra.

«Un caballo llamado elefante» es un relato de aventuras lúdico, encantador, colorido y naif, que entretiene y saca buen partido al uso de animación en estilo comic para algunas secuencias.

A su vez, en «El soltero de la familia», documental que se exhibirá a través del programa Miradoc, el debutante Daniel Osorio desarrolla un ejercicio atípico en nuestro cine: se centra en sí mismo al indagar en la realidad de quienes rondan los 40 años y aún no se casan.

En lo formal es muy básico, y como punto de partida podría ser sólo un ejercicio egocéntrico, pero también es un cándido gesto de valentía y sinceridad, y de paso una buena mirada a cómo aborda la tradicionalista sociedad chilena una situación como ésta.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

 

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