José Piñera, el padre de las AFP, es violento. Sus declaraciones en televisión abierta esta semana fueron violentas.
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Es violento cuando desconoce la dictadura y se refiere a Pinochet como «el presidente Pinochet, con respeto». Es violento cuando niega la realidad y dice que es falso que las pensiones sean menores a 200 mil pesos. Es violento cuando afirma que el sistema que creó es un Mercedes Benz. Es violento cuando muestra una carta de una AFP, donde afirma que los chilenos obtienen jubilaciones de 650 mil pesos. Es violento cuando ningunea a los ciudadanos diciendo que lo que existe es «mucho desconocimiento de un sistema que ‘debe’ explicar». Agrega más violencia cuando dice que los 750 mil que marcharon hace dos domingos sólo son una «ínfima parte» de los cotizantes. Hay mucha violencia cuando señala que con sus propuestas en dictadura salvó a siete millones de ser pobres.
Nos han convencido que la violencia en Chile ocurre sólo cuando somos víctimas de un asalto. O cuando padecemos un portonazo. O cuando nos roban el celular mientras circulamos por las calles. O cuando cincuenta encapuchados rompen el equipamiento público. Entiéndanme, eso es violento y mucho, pero hay mucha más violencia hoy día en el país. Es una violencia sistémica, soterrada, minimizada. Una violencia que no se enfrenta y que daña.
Es violenta la segregación. Es violento el sistema de transportes. Es violento el sistema público de salud. Es violento recibir un sueldo de 350 mil pesos, subirse por dos horas al Transantiago, vivir en una casa de 35 metros cuadrados y esperar 10 horas para que atiendan a un hijo o hija en el hospital. Es violento lo que pasa al interior del Sename. Es violento en Chile llegar a viejo. Es violento que una funcionaria pública reciba cinco millones mensuales de pensión de por vida. Nos violenta también, una ley elaborada por parlamentarios pagados por las empresas, con un «manual para votar».
Lo que deja claro José Piñera, es la instauración de un sistema, de un modelo, sin discusión y entre cuatro personas; que nos violenta. Ya no somos ciudadanos, somos clientes. Hay salud, educación, vivienda, acceso, pensiones sólo para el que la pueda pagar. Entonces construimos una sociedad que tiene educación para ricos y para pobres; salud para ricos y para pobres; barrios para ricos y para pobres. Eso es violento.
La violencia sistémica, la violencia enquistada, sólo trae malas noticias.
Por eso, después de escucharlo, con más convicción que nunca creo en No + AFP. Después de escucharlo, creo más aún en cambiar el modelo heredado y mantenido todos estos años.
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