Una madre rusa llamada Irina Barakyat perdió su mano y una pierna en Alepo, mientras protegía a sus dos hijos de un bombardeo en la ciudad que está en guerra.
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Irina no tiene palabras para describir el ruido de las bombas y sólo alcanzó a reaccionar para salvar a sus pequeños hijos. Además sufrió multiples fracturas que la mantienen con pinzas metálicas que sostienen sus huesos.
Esta mujer vive hace más de 13 años en la zona del conflicto y está involucrada en trabajos humanitarios en el hospital de Alepo que también fue bombardeado.