Todos vamos a llegar a viejos. Usted también. Entre morir joven y llegar a viejo, seguro que prefiere lo segundo. Así es que, a hacerse la idea de que tenemos que preparar bien esos últimos lustros, que se pueden arrastrar bastante más de lo que pensamos.
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Gracias a los adelantos médicos, mejor alimentación y calidad de vida, los chilenos vivimos más largo y algo mejor. Se está hablando de una cuarta edad, la que comenzaría casi a los 85 años y más. Comprensible. No sólo se ha alargado la vida, sino que es un tiempo que puede llegar a ser muy útil, al que se le puede sacar partido, si se le aprovecha bien.
Me sumo a la sugerencia de que debemos prepararnos para trabajar más. Quien se mantiene ocupado es más feliz, sano, ejercita su mente y alma. De hecho, quien no trabaja, quien no se ocupa, muere lentamente, se aísla, termina solo. Sí debemos esforzarnos por hacer de nuestro trabajo fuente de alegría, convivencia y solidaridad.
El punto es mejorar las condiciones de trabajo. Junto con alargar el tiempo laboral, quizá debemos pensar en acortar las jornadas. Tenemos una de las jornadas laborales más largas de la Ocde. Sabemos que nuestro rendimiento laboral es bajo. Podemos hacer lo mismo en menos tiempo. Paradojalmente, rendiríamos más si «trabajáramos menos». Se pierde mucho tiempo «dando vueltas». Si nos concentráramos bien en lo que tenemos que hacer, aprovecharíamos mejor nuestro tiempo.
Ojalá sepamos dar cabida a la gente mayor en decenas de ocupaciones útiles en colegios, parroquias, centros comunitarios, empresas. Pienso en tantos profesionales que se retiran demasiado pronto del campo académico o laboral, pudiendo seguir dando tanto de sus conocimientos, experiencia y sabiduría.
Como sociedad, debemos hacer más espacio a los mayores, ser creativos y aumentar los espacios de ocupación, para que los viejos no pasen a la retaguardia, sino que se mantengan vigentes.
Hay que preparar con mucha anticipación la vejez. Es responsabilidad de cada cual pero, a su vez, una responsabilidad colectiva. No todos tienen la capacidad de ahorro que querríamos. En el apoyo a una vejez digna, se muestra nuestra solidaridad como país.
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Por último, una invitación a los mayores a prepararse bien para el viaje definitivo. Por mucho más tiempo que vivamos, vamos a morir. Usted también. Dios nos regala más tiempo de vida también para prepararnos para ese viaje sin retorno al que todos estamos llamados. Un anciano que reza es más feliz, vive mejor su vejez, supera sus achaques, tiene el corazón en paz, se relaciona mejor con los demás. Una vejez con Dios al lado, como compañero de ruta, es una vejez siempre acompañada, nunca sola.
El lunes 15 celebramos la fiesta de la Asunción de la Virgen. Que ella nos acompañe y cuide, y nos regale paz y también un corazón solidario.
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