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EFE
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El nadador estadounidense Michael Phelps conquistó su medalla número 28 en los Juegos de Río y se despide de la ciudad satisfecho porque «no hay mejor forma de terminar una carrera».
«Ser capaz de ganar cinco medallas de oro más en los Juegos Olímpicos y una de plata, no hay mejor forma de terminar una carrera», dijo Phelps anoche en la casa de Omega en Río de Janeiro, donde fue homenajeado tras su triunfo en los Juegos.
El nadador estadounidense admitió que estaba especialmente emocionado cuando subió al podio por última vez en estos Juegos.
«Creo que pensaba que iba a ser mi última vez. Éste era mi último encuentro, mi último entrenamiento, mi última competición. Eso es lo que se me pasaba por la cabeza todo el tiempo y se me venían imágenes de mi carrera de nadador durante los últimos 24 años. Eso hizo que me emocionara», comentó.
«Es algo que no tuve en Londres y por esto la gente no cree que no vaya a volver, pero ya está todo hecho«, afirmó Phelps.
Su mejor recuerdo de Río, apuntó, fueron los 200 mariposa porque «probablemente puedo decir que ha sido una de las mejores carreras de mi vida».
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Convivir con sus compañeros de equipo ha sido otra de las gratificaciones de estos Juegos: «Teníamos un equipo muy joven, más de 30 nuevas promesas. Tener la oportunidad de conocerlos y ayudarles, haber sido elegido el capitán por primera vez en mi vida, llevar la bandera».
«No creo, sinceramente, que algo hubiera podido salir mejor en estos Juegos Olímpicos, es un sueño que se ha hecho realidad», insistió.
Phelps se refirió también al momento en que se percató de que compartía la plaza en 100 metros mariposa con otros dos nadadores, por primera vez en la historia.
«Pensé: «¿este va ser el final? ¿Se ha acabado la perfección? O voy a volver a tener suerte»», admitió, pero «es realmente una especie de sentimiento genial estar allí con estos dos chicos, y en mi última carrera individual, compartiendo el podio con ellos para la medalla de plata».
Su foto con Joseph Schooling cuando él tenía 13 años y el nadador competía en Pekín, que ha dado la vuelta al mundo en esos días, le ha permitido constatar que ha sido capaz de invitar a los jóvenes «a soñar en grande».
Schooling «es alguien a quien, definitivamente, me gustaría seguir viendo en el futuro», agregó.
El nadador desveló también a qué se deben las manchas moradas de su cuerpo que llamaron la atención durante estos Juegos, resultado de la llamada terapia de las ventosas, o «cupping».
Una propuesta de su entrenador que probó hace unos años y que resumió como «un masaje intensivo de solo cinco minutos en un área concreta y que he estado haciendo a modo de recuperación. Me encanta».
Conocido como el Tiburón de Baltimore, Phelps se lleva de Río de Janeiro oro en las pruebas de 200 mariposa, 200 estilos y los relevos 4×100 y 4×200 libre y 4×100 estilos, y plata en los 100 mariposa.
A partir de ahora, fuera de las competiciones olímpicas, Phelps, de 31 años, está dispuesto a seguir trabajando y cuidándose, convencido de que no echará de menos ni el entrenamiento ni los madrugones y de que podrá volcarse en su papel recién estrenado de padre: «La paternidad es la mejor cosa que habría soñado tener».
GRAF/CS