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Califican a Ryan Lochte como “el peor imbécil de los Juegos Olímpicos”

Así lo catalogó el portal “Slate”.

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Nadie puede negar el mérito deportivo de Ryan Lochte. Pero en cuanto a ser ejemplo de persona o deportista para los demás, está en el lado opuesto opuesto de su colega Michael Phelps, héroe nacional para los estadounidenses. Y por lo sucedido en Río, el portal Slate no dudó en calificarlo de «imbécil»

Ha ganado doce medallas en todas su carrera, pero, según el portal es un «desastre». Y tienen muchísimas evidencias para demostrarlo, aparte del escándalo que protagonizó en Río. En 2008, Lochte le contó a «The Cut» que quería sacar una línea entre «punk, rapera y surfer». Solo hasta 2010 hizo realidad su sueño con Spedo, pero sacó una línea cuestionable en términos de diseño. «Yo ahora estoy en la moda. Amo estar ahí y hacer algo diferente. Que la gente diga Ryan», afirmó en su video promocional. 

Luego protagonizó un desastroso reality llamado «¿Qué haría Ryan Lochte»? que se canceló tras una temporada. Fuera de eso, trató de patentar la palabra «jeah», sabiendo que la popularizó primero el rapero MC Eiht.

En Londres 2012 portó una prótesis metálica para dientes con la bandera estadounidense en el podio, a pesar de que le pidieron que no lo hiciera. Se gastó la friolera de 25 mil dólares en eso. Y sus declaraciones antes de esos juegos no lo ayudaron. Dijo que esperaba tener mucho «sexo en la Villa  Olímpica porque tener novia era un error». Y luego vino lo del supuesto robo. Lochte huyó y dejó a sus colegas dando la cara. Se descubrió luego estuvo de fiesta y en la gasolinera donde supuestamente lo atacaron se salió de control.

Lo peor- afirma el portal-, secundado por otro importante medio como The Washington Post, es la condescendencia con que se le ha tratado después. «Ellos se divirtieron y cometieron un error, déjenlos ir», dijeron en Río. Pero Lochte tiene 32 años y actuó como un niño.

«Todas las declaraciones de Lochte en este asunto carecen de respeto», afirma la columnista Sally Jenkins en el periódico, pues el deportista jugó de manera «frívola y trivial» con la corrupción de las autoridades locales. No ayudó mucho que luego publicara cosas en redes sociales sobre su pelo, como si se librara de su responsabilidad y diera la imagen de que podía hacer lo que quisiera sin consecuencias en los Juegos. 

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