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El 7 de septiembre de 1936 falleció Benjamín, el último de los lobos de Tasmania o también conocidos como los tigres de Tasmania. Una de las especies más peculiares que han dejado de existir en las últimas décadas.
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Se trataba de un marsupial carnívoro. Era la última de las especies de un género de animal que vivió desde la prehistoria en la zona de Australia.
En tierras australianas, sin embargo, desapareció mucho antes de la llegada de los colonos, quedando reducida su presencia a Tasmania, donde abarcó amplias zonas.
Pero su suerte se sentenció con la llegada de los colonos. El lobo marsupial fue culpado de la muerte de ganado y fue ampliamente perseguido. Incluso, el gobierno pagó recompensas por la muerte de cachorros de esta especie.
El último de los lobos de Tasmania falleció en cautiverio. Su nombre era Benjamín, aunque nunca se confirmó su sexo.
Según las organizaciones internacional, deben pasar 50 años sin evidencia de la existencia de una especie para declararla extinta, algo que se sentenció en 1986.
Hasta ahora aún existen organizaciones que buscan posibles pistas sobre la existencia a algunos lobos de Tasmania, pero sin mayores resultados. El impacto que causó la desaparición de estos marsupiales tuvo un alto impacto y ayudó a crear conciencia del peligro en que viven algunas especies. En Australia, de hecho, cada 7 de septiembre se celebra el día de los animales amenazados, para educar a las nuevas generaciones sobre este problema.
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PUB/AOS