Opinión

Columna de Rocío Fonseca: “Primero madurar, después evaluar”

 

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El ecosistema de emprendimiento en Chile se encuentra en una etapa de apogeo. Chile es el segundo país que más invierte en startups y el quinto que más startups acelera, superando a Israel, referente histórico en esta materia.

 

Pese a esto, aún hay que esperar para evaluar el impacto económico de un startup. Debemos ser cautelosos y aplicar las mediciones correctas a su debido tiempo. No existe a nivel mundial una metodología que permita evaluar startups en etapas tempranas. Es por eso que para medirlas, debemos entender la forma en que crece. En una pyme el desarrollo es lineal, mientras que en un startup es exponencial.

 

Los emprendimientos tecnológicos necesitan un periodo de maduración para luego escalar en cortos periodos de tiempo y en Start-Up Chile no es la excepción.

 

Después de una encuesta realizada este año a los startups que han pasado por el programa (que representa el portafolio más grande de Latam y tercero a nivel mundial), comenzamos a ver las primeras señales de impacto económico.

 

Revisemos las ventas. A marzo de 2016, las compañías reportan ventas acumuladas por al menos US$ 276 millones, de los cuales US$ 143 millones son del último año, es decir, más del 50% fue en los últimos 12 meses.

 

Las generaciones apoyadas por Start-Up Chile los tres primeros años (2010 al 2013) presentan ingresos 3 a 4 veces superiores a las recientes generaciones (2014 al 2016). En Chile, se repite el mismo comportamiento, las ventas acumuladas alcanzan US$ 42,6 millones y en el último año US$ 26 millones, que representa cerca de 3 veces la inversión anual de Corfo en la aceleradora. Con estos datos, no es posible comparar un startup de menos de 2 años con un emprendimiento tradicional, pues son modelos de escalabilidad completamente diferentes.

 

Veamos ahora el capital privado levantado. Las últimas 7 generaciones (2013 a 2016) han recibido como inversión US$ 56 millones, versus US$ 243 millones de las primeras generaciones (desde 2010 a 2013). Esto muestra que las startups más antiguas, con un periodo de maduración de 3 a 6 años, han levantado el 81% del capital privado total, 4,3 veces más que las startups que nacieron después del 2013.

 

Google se consolidó después de 5 años; a Nike le tomó cerca de 7. Un ejemplo más actual es Uber, que en 2013 tuvo ventas aproximadas por US$ 690 millones, mientras que en 2015 generó US$ 10.84 billones.

 

Los resultados de un negocio basado en innovación tecnológica genera frutos después de varios años y no puede ser comparado con emprendimientos tradicionales.

 

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Rocío Fonseca

Directora Ejecutiva de Start-Up Chile

 

 

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