Hace unos días el Ministerio de Desarrollo Social difundía una importante noticia. Fue aprobado el reglamento que permite la entrega de recursos como parte de un programa para cuidadores de personas con dependencia severa. Es decir, adultos postrados o discapacitados.
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Mi alegría inicial pasó al enojo, al leer la letra chica de la nota. El programa permite la entrega de $26.000 por cuidador, con algunas salvedades si la labor la realiza un familiar o no, y si se cuida a más de una persona.
Todos sabemos que la ayuda estatal siempre es escasa, pero a mi parecer los $26.000 no son suficientes y parecen más un saludo a la bandera que una política pública ministerial.
España, uno de los países destacados en la materia -tras la elaboración el 2004 del Libro Blanco de la Dependencia- sacó adelante una norma que consideró una serie de aspectos para asegurar los derechos tanto de la persona dependiente como de sus cuidadores. La ley creó el Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia, que considera la atención en condiciones de dignidad.
Se evalúa el nivel de dependencia, recibiendo un programa individual de atención; ofrece servicios de prevención de la dependencia y promoción de la autonomía: programas de teleasistencia que posibilita que las personas puedan permanecer en sus viviendas.
Existen centros de día y de noche y servicios de atención residencial; la ley de Dependencia incluyó un subsidio para acceder a servicios públicos o privados de cuidados; y cuando el cuidador es un familiar y haya realizado esta labor por más de un año, también recibe el apoyo económico.
En fin, cuando pienso en una política pública, pienso en esto, una serie de aspectos que abarcan integralmente una realidad país. Debemos dejar de pensar que si “una persona no tiene, todo será bien recibido”. Debemos dejar atrás la caridad, porque si pienso en los $26.000 mensuales que pudiera recibir un cuidador… en la práctica no le alcanzará para la micro del mes.
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En Chile uno de cada cuatro adultos mayores tiene algún grado de dependencia y en el 86% de los casos, el cuidado es asumido por una mujer, que en promedio trabaja cerca de doce horas y sin ningún tipo de remuneración.
Enfrentar que Chile es un país que está envejeciendo, que además tiene un 13% de personas con discapacidad, de las cuales hay un número no menor de personas con dependencia… es tener claro que debemos avanzar con rapidez.
Me pregunto si las personas que definen los montos ¿alguna vez han cuidado a grandes dependientes? Me parece que el trato hacia la persona con discapacidad debe estar basado en los derechos, lo mismo para su cuidador. De ellos depende el bienestar de la persona. El desgaste de cada uno de ellos es enorme, la entrega y la dedicación es gigante.
*Fundación Tacal imparte cursos gratuitos para personas mayores de 18 años con discapacidad. www.fundaciontacal.cl; F: 2 232 10 700; Adolfo Ibáñez 469, Independencia.
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