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Clínica Psiquiátrica implementa innovador programa de detección precoz de la esquizofrenia

La prevalencia de la esquizofrenia en Chile es de 1,4 a 4,6 personas por cada mil habitantes, con una incidencia de 12 casos nuevos por cada cien mil habitantes por año.

El Ministerio de Salud, denomina esquizofrenia a un conjunto de trastornos mentales caracterizados por alteraciones de la percepción, del pensamiento y de las emociones, que comprometen las funciones esenciales que dan a la persona normal la vivencia de su individualidad, singularidad y dominio de sí misma, y suelen, por tanto, alterar de forma muy importante la vida de las personas que las padecen y de quienes los rodean.Esta patología se caracteriza por la aparición de alucinaciones auditivas, distorsiones y trastornos del pensamiento y síntomas negativos de desmotivación, negación de sí mismo y reducción de la emoción.

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Por ello, como explicó el Dr. Pablo Gaspar de la Clínica Psiquiátrica del HCUCH, «la detección precoz de pacientes con riesgo de enfermedades psiquiátricas severas como la esquizofrenia es bastante importante, porque mientras más tiempo pase desde el inicio de síntomas psicóticos, hasta la pérdida total del juicio de realidad, influye en que ellos no se inserten en la sociedad”. Así, en dicha unidad, implementaron un programa para estos efectos, donde «ingresan pacientes de entre 9 y 35 años con alto riesgo de desarrollar la patología. Aquí son evaluados por el equipo entrenado, que incluye psiquiatras infanto-juveniles y psicólogos”, tal como comentó el especialista del programa de salud clínica, pionero en Sudamérica, que está desarrollando el Laboratorio de Psiquiatría Traslacional del HCUCH.

Según detalla el Dr. Gaspar, el programa consiste «en la evaluación sistemática de múltiples entrevistas clínicas para proceso diagnóstico y evaluaciones neuropsicológicas seriadas para determinar la severidad sintomatológica. Además con el objetivo de descubrir potenciales biomarcadores de subpoblaciones de mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, se realizan mediciones con encefalogramas, oculografías y resonancias magnéticas. De esta manera se pretende encontrar patrones comunes de ritmos cerebrales». Asimismo utilizando otros métodos se busca crear distintos biomarcadores a nivel genético, molecular y cognitivo. Ésto último analiza cómo ciertos procesos sensoriales, como la audición o vista, afectan a acciones cotidianas, como por ejemplo, dificultad para reconocer caras o identificar emociones en el otro, que muchas veces aquejan a personas con esta patología.

Respecto a la medición cerebral que se hace los pacientes, el especialista, cuenta que si «normalmente a una persona cuando se le indica un electroencefalograma, se instalan hasta 14 electrodos para detectar la actividad eléctrica del cerebro, a los pacientes que cumplen características de riesgo se les instalan hasta 80 electrodos». Mientras se realiza el electroencefalograma, se le muestran imágenes que permiten detectar actividad eléctrica en muchas más regiones del cerebro. Luego se calcula los distintos ritmos cerebrales frente a estímulos como números, figuras geométricas o cómo se interpretan ciertas imágenes. Finalmente, comenta el Dr. Gaspar «preguntamos a los pacientes si la persona que ven en la imagen tiene rabia, angustia o pena, por ejemplo. Cuando las personas malinterpretan las emociones, hemos detectado una alteración de los ritmos cerebrales».

En sus dos años de funcionamiento este programa ha logrado seguir una cohorte de 40 pacientes de riesgo.

La enfermedad

La esquizofrenia es una condición crónica que frecuentemente tiene efectos devastadores en muchos aspectos de la vida del paciente y conlleva un alto riesgo de suicidio y el menoscabo de la calidad de vida de la persona.

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Como se detalla en el documento del MINSAL “Guía Clínica para el tratamiento de personas desde primer episodio de esquizofrenia”, aún no se conoce con exactitud cuáles son las causas de la enfermedad; sin embargo, diversas investigaciones apuntan cada vez más a una conjunción de factores genéticos y ambientales que al interactuar podrían causarla.

En la adolescencia, el consumo de marihuana se ha asociado a un incremento del riesgo de desarrollar esquizofrenia; sin embargo, algunos expertos sugieren que más que una relación de causa efecto, el consumo de marihuana podría precipitar la aparición de esquizofrenia en personas vulnerables o modificar la expresión de la enfermedad, pero no aumentar el riesgo de desarrollarla.

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