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Según el estudio “Mercado laboral, adulto mayor y personas próximas a jubilar en Chile”, un 96% de las empresas del sector comercio, servicios y turismo declaró tener disposición e interés por contratar a personas mayores.
Para Sandra Pérez, académica de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico “los trabajadores adultos mayores son capaces de agregar valor al servicio que presten a través de la toma de decisiones basadas en la experiencia y pueden resultar muy útiles en casos de crisis”.
Sin embargo, otro punto importante a tomar en cuenta es que el 90% de los puestos de trabajo disponibles para adultos mayores son de mediana o baja calificación. Además, en relación al género, los hombres adultos mayores que trabajan representan un 73%, mientras que las mujeres sólo un 29%.
“Desde las teorías psicosociales, se entiende que el envejecimiento no es solamente un hecho biológico, sino que también compromete la dimensión social y cultural de la persona. Los estudios de Elain Cummings y William Henry en 1961 dieron origen a la teoría de la desvinculación, en la que se reconoce el cese de la vida laboral como un fenómeno en el que la sociedad es quien aleja al individuo y no siempre es éste el que quiere desvincularse totalmente. Con frecuencia la decisión del retiro se presenta más como una reacción de los viejos a los mensajes antagonistas que se emiten sobre ellos, que una forma de comportamiento propio de la edad”, apunta Pérez.
De hecho, es común escuchar la frase “me jubilaron”, dejando claro que aunque aún tienen la capacidad laboral, no hay puestos de trabajo disponibles o son de bajo salario. Esta exclusión afecta no solamente la parte económica, sino también el ámbito social del adulto mayor.
“La teoría de la actividad explica que el envejecimiento de las personas activas predice una moral alta y la ausencia por más años de incapacidades físicas y mentales. En resumen, el empleo y la actividad en las personas mayores favorece los factores asociados al mantenimiento de la funcionalidad, el ejercicio de roles, la valoración social y el sentimiento de autoeficacia y autonomía”, señala la académica.
Cambios necesarios
“El desafío como país es seguir incluyendo al adulto mayor en las normas y leyes que regulan la convivencia nacional, y en el ámbito laboral es importante distinguir al adulto mayor como sujeto de derecho en estas materias. Es fundamental impulsar una jornada flexible, el trabajo desde el hogar, coberturas previsionales como licencias médicas, permisos especiales para controles preventivos», dice la académica.
En el ámbito de la salud laboral «se hace necesario que la ley de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales considere a estos trabajadores como usuarios que requieren de especificaciones especiales que apunten a prevenir y atender situaciones de riesgo”, indica Pérez.
La población mundial y nacional de adultos mayores se va incrementando a pasos agigantados. Según el estudio Population Reference Bureau (PRB) realizado en Washington DC, en el año 2050 los chilenos mayores de 60 años serán 7,1 millones de personas, equivalentes al 33% de la población, y para 2100 serán 8 millones, es decir, un 40% de la población. Por lo tanto, es de vital importancia revisar y modificar las políticas sobre el adulto mayor en el país, incluyendo las AFP.