Se dieron a conocer las cifras de Chile en comparación a otros países de la Ocde. En materia de desigualdad, tenemos el triste récord de ser de los peores en ese grupo. Otra cifra que implica un gran desafío es la de la generación «nini», jóvenes que ni trabajan ni estudian. Si bien la proporción de jóvenes que no trabajan, no estudian, ni se capacitan (“nini”) disminuyó en Chile durante la última década, sigue siendo alta.
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Tras alcanzar 23% en 2009, la tasa de “nini” retrocedió a 19% en 2013; lo que aún es alto comparado con el promedio Ocde de 16% (2013). Las cifras son de hace dos años, pero podemos suponer que se mantienen estables. En 2013, sólo el 26% de los jóvenes que no estudian ni trabajan buscaba empleo, en comparación con el promedio de la Ocde de 44%.
Las razones son varias para esta desidia juvenil. Abunda la decepción y desencanto juvenil ante el mundo laboral: malos sueldos, pocos incentivos, cargas de trabajo excesivas. Otro tanto ante las posibilidades de estudio. Son muchos los que se ven obligados a trabajar apenas terminan el colegio. Lo hacen mal, con pocas herramientas y experiencia y, luego, cuando quieren comenzar un estudio, no logran subirse al carro académico con facilidad.
No es flojera ni falta de energías. Es la sensación de abuso que los lleva a desistirse ante la posibilidad de trabajar. El mundo laboral debe mejorar su atractivo, ser más flexible, inclusivo y estimulante. Otro tanto los estudios superiores. La tendencia mundial es a acomodar los ritmos de estudio a este nuevo perfil de alumnos que busca combinar estudio y trabajo. Aún estamos lejos de ello.
Pero, al final, buena parte del ocio juvenil tiene que ver con la falta de incentivos y despreocupación del mundo adulto ante este segmento clave en el futuro del país.
Hay signos positivos y esperanzadores. Como dice el mismo estudio: «Chile es uno de los pocos países de la Ocde que no sólo evitó pérdidas de puestos de trabajo, sino que incluso incrementó su tasa de empleo entre el mundo juvenil desde el inicio de la crisis de 2007-08. El empleo juvenil subió un 20% entre 2007 y 2015 mientras que en toda la Ocde, el número de jóvenes empleados bajó un 8%». Algo bueno. Pero, seguimos siendo el país con mayor juventud ociosa de todo ese grupo.
Las que más sufren este mal escenario son las mujeres. Ellas tienen una probabilidad dos veces mayor de ser “ninis” que sus compatriotas hombres (la media Ocde es de 1,4 veces). Se explica en parte por el embarazo adolescente, porque las mujeres deben renunciar a sus proyectos de vida, trabajo y estudio, y dedicarse a la crianza de su hijo. O porque asumen más responsabilidades domésticas.
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Nos escandalizamos, con justa razón, ante el abandono en que se encuentran muchos niños en los hogares del Sename. Aquí hay una realidad igualmente preocupante, con un enorme número de jóvenes al borde del camino, sin posibilidades reales de subirse al carro del desarrollo.
El mundo adulto, los gremios educacionales y empresariales, deben aumentar la oferta, presentar más posibilidades y hacer de éste un tema país relevante. Los jóvenes no pueden esperar.
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