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Uno puede pensar que la jornada laboral de cada uno es extenuante y que siempre que llega el viernes se siente un cansancio gigante, pero ¿morir a causa del exceso de trabajo? Es lo que se está sucediendo en Japón… y cada vez con más frecuencia.
Eso sí, el fenómeno no es nuevo. Según reporta Infobae, el Ministerio de Salud nipón viene recopilando información de este tipo de casos desde 1987. Lo preocupante ahora es que si las muertes por «Karoshi» (como se conoce a esta situación) rondaban los 200 al año, en 2015 la cifra se disparó a más de dos mil.
Para tratar de entender cómo una persona puede fallecer debido a su trabajo, se da el ejemplo de Kenji Hamada, un empleado de una compañía de seguridad en Tokio.
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La rutina semanal de este nipón implicaba una jornada laboral de 15 horas diarias, a lo que se sumaban las cuatro horas que demoraba en el trayecto de ida y vuelta del trabajo a la casa. Un día, sus compañeros lo encontraron muerto en su escritorio ¿la causa médica? Un ataque cardíaco, cuando sólo tenía 42 años.
Este tipo de casos ya están reconocidos de manera oficial, ya que la legislación japonesa estipula que si un juez determina que alguien murió por karoshi, el gobierno debe entregarle a su familia una indemnización de unos US$20.000, mientras que el empleador del fallecido debe entregar hasta US$1,6 millones.
Para acreditar que la persona murió por esta causa, ésta debió haber trabajado más de 100 horas extra en el mes anterior a su muerte u 80 en dos o más meses consecutivos de los últimos seis.
Según se explica, los japoneses comenzaron a trabajar en exceso tras la Segunda Guerra Mundial, pero la situación se hizo crítica con el boom económico que vivió Japón a mediados de la década de los 80.
En la actualidad, otros países orientales como China y Corea del Sur, también están reportando muertes por la misma causa.
DP/PCP