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Columna de Beatriz Sánchez: Pegarse un balazo en los pies

No me gusta usar expresiones violentas y me disculpo por ello, pero no creo que exista figura mejor que la del título para definir lo que pasa.

En un contexto donde existe voto voluntario, donde hay alta desconfianza, donde a un porcentaje alto de las autoridades les «falta calle», donde además no existen puentes de participación ciudadana y donde cunde un discurso que confunde «la» política, con «los» políticos, lo ocurrido con el padrón de votantes es imperdonable.

¿Cómo es posible que por un «error» en la aplicación de un software, a cientos de miles de personas se les cambió su lugar de votación y a una mayoría, la comuna de votación? ¿Cuántos cientos de miles ni siquiera saben de estos cambios? ¿Podemos hoy afirmar con certeza que esto no cambiará o modificará el resultado de la elección? ¿Y qué pasa con la legitimidad de la elección?

Esto se empieza a conocer masivamente a sólo días de la elección municipal. El márgen para reaccionar es mínimo. ¿Qué se hace? ¿Apretamos los dientes y le «echamos para adelante»? ¿Minimizamos lo que significa? ¿Hacemos como que el proceso será normal?

Lo que hemos visto desde la dirección del servicio que está a cargo de las elecciones, el Servel, es que ofrece disculpas y responsabiliza al Registro Civil del error. En el Registro Civil su director señala que se está realizando un sumario interno, pero que el error estuvo en un software. Entonces… ¿le pedimos al software que solucione el problema? ¿Es el software el que responde a la ciudadanía? ¿Le pedimos la renuncia al software?

No se puede minimizar lo que pasa. ¿Sabemos cuánta gente se restará de votar cuando vea que cambiaron sus condiciones para hacerlo? ¿Con el actual cambio en las reglas del juego… serán válidas estas elecciones? ¿Un candidato que se sienta perjudicado, podrá impugnar este resultado? ¿Cuál será la legitimidad de las elecciones?

No son preguntas exageradas. No busco sembrar la «duda permanente». Pero creo que se debe reaccionar y rápido. Creo, además, que no basta con dar disculpas, se deben asumir las responsabilidades y en serio. No es un problema de funcionamiento de un software, sino un problema político grave que afecta a nuestras instituciones, otra vez.

Y un último comentario. Esta vez hacia nuestra institucionalidad, hacia el Estado.  ¿Cómo la aplicación de un software deja esta tremenda «escoba»? ¿Cómo desde el departamento de informática es que se pueden terminar torciendo elecciones? ¿Cómo es que el Servel mandó varios oficios o «memos» alertando de que había cifras extrañas y no hubo reacción?  

La fortaleza de sus instituciones, un Estado eficaz y una ciudadanía que se sienta parte no sólo de los problemas, sino también de las soluciones, es lo que hace un país fuerte.  Y el de nosotros, parece que está temblando.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

 

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