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Las relaciones entre Rusia y el Reino Unido pasan por un momento complicado. Para muchos, de hecho, enfrentan los tiempos más difíciles desde la Guerra Fría, y esta semana ambas naciones escriben un nuevo capítulo en una escalada de tensión.
El 11 de octubre, el ministro del Asuntos Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson, efectuó duras acusaciones contra la administración de Vladimir Putin. El canciller aseguró que Rusia se arriesga a ser “una nación paria” por los bombardeos en Siria y sentenció que Moscú arriesga “el desprecio internacional” por el rol que ha jugado en los ataques a Alepo.
Los dichos de Johnson no pasaron desapercibidos para Putin, quien ordenó un desafiante movimiento de una parte de su flota. El sábado 15 de octubre, la agencia TASS informó que el portaaviones Almirante Kuznetsov, buque insignia de la Armada Rusa, zarpó desde Severomorsk, puerto principal de la Flota del Norte rusa con rumbo a Siria junto a otras ocho naves, entre las que figuran cruceros y a lo menos un submarino, todos con capacidad nuclear.
Pero antes de llegar al puerto de Tartus, Siria, el convoy realizará ejercicios militares al norte de Escocia y luego cruzará por el Canal de la Mancha, a millas de las costas del Reino Unido, dos acciones considerada altamente desafiante para Londres.
Como respuesta, la Real Armada ya dispuso al destructor HMS Duncan y a la fragata HMS Richmond interceptar a los flora nuclear rusa y escoltarla en su paso por el Canal de La Mancha, sin perderla de vista.
El martes 17 de octubre, aviones de las Fuerzas Armadas de Noruega detectaron en movimiento al convoy ruso, liderado por el Kuznetsov. Entre las naves que fueron fotografías por los noruegos figura el crucero Pyotr Veliky.
PUB/AOS