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Columna de Felipe Harboe: No me pregunten más

Chile tiene una deuda con sus menores, en particular con los más desprotegidos. Por ello, mientras algunos dedican tiempo a disputas irrelevantes, hago un llamado a todos los sectores a asumir como un imperativo ético la obligación de crear un sistema público que por un lado proteja a los menores de edad en situación de abandono, y por la otra logre una adecuada rehabilitación y reinserción social de los niños y adolescentes infractores de ley penal, separando ambas realidades con especialistas para uno y otro caso.

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Pero esta desprotección no es sólo respecto a jóvenes infractores de ley, sino que puede alcanzar a cualquier menor de edad víctima de abuso sexual o violencia, incluso su hijo(a).

Hoy, la ley y la práctica procesal exigen que un menor abusado sexualmente o agredido por violencia deba comparecer en promedio cinco veces ante el sistema médico, policial, investigativo o judicial. Con ello, debe revivir una y otra vez el drama del que fue objeto, incrementando su daño sicológico, su vergüenza y muchas veces el estigma social. Es decir, se le revictimiza y no se le protege ni repara adecuadamente.

Es digno reconocer los esfuerzos aislados de instituciones como la fundación Amparo y Justicia, Defensoría Penal, Poder Judicial y la división de atención a víctimas y testigos del Ministerio Público, quienes han ido implementando en los hechos un sistema de mayor protección a menores víctimas de abuso y violencia a través de protocolos de actuación, los que muchas veces son cuestionados por abogados litigantes.

Con una tasa cercana a los 20,6 menores abusados cada 100 mil habitantes, urge una nueva ley que compatibilice la recta administración de justicia con la protección de los menores abusados o agredidos.

El Senado está pronto a despachar un proyecto de ley que dará valor legal a las entrevistas videograbadas, para que sea ese registro el que se consulte durante el desarrollo del proceso, y de forma excepcional, se pueda volver a citar al menor abusado o agredido.

A su vez, se contempla un sistema –a cargo del Ministerio de Justicia- que certifique las competencias para poder ejercer como entrevistador, y velará porque quienes ejerzan como tales tengan los conocimientos y capacidades adecuadas para lograr la mejor información de la entrevista con el menor de edad y así evitar su futura comparecencia.

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Se trata de un proyecto que antepone la protección y cuidado de los niños por sobre las aspiraciones investigativas o procesales. Estamos adecuando la ley y el sistema procesal para equilibrar la recta administración de justicia y la protección del menor, y así evitar que un niño que ha sido violentado deba revivir una y otra vez su traumática experiencia.

 No tengo idea si los menores abusados o sus familiares votan o rezan, pero estoy convencido del deber ético que tenemos de terminar con la revictimización de niños y adolescentes que ningún mal causaron, sino que junto con ser víctimas de los delitos más deleznables, hoy lo son también del sistema.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

 

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