El encuentro de dos mundos le pusieron cínicamente. Será asi como el encuentro de Halloween con la Navidad en las vitrinas del retail, insoportable, falta de respeto, un desacuerdo absoluto a la venida de tradiciones foráneas, que hace como quinientos años nos quieren inculcar.
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Ciertamente, cuando quieres volver a la raíz tienes que ir donde todo partió, al kilómetro cero de nuestra historia, el enclave comercial original que existe desde la Chimba, y existirá hasta que Dios diga, porque así es la Vega, un palacio abierto de riqueza ilimitada donde sus habitantes la veneran sentándola a la derecha del padre todopoderoso.
Cuando quieres encontrar el choclo nuevo, el tomate limachino, el zapallo bien amarilo o cuando quieres dulces Fruna, por ejemplo, es el lugar donde hay que ir. Es que la Vega tiene de todo, coexiste el bien con el mal, bailan juntos la pena con la alegría y cada cuanto el frío de la madrugada coquetea con el calor de la tarde, verduras, frutas, carnes, abarrotes, empaques, huevos, pan, cocinerías y sangucherías.
El comer no es opción, es obligación, para eso hay que ir temprano y que te pille el mediodía allí, entre las sombras de los galpones y la luminosidad de los patios. Con toda esa despensa a disposición claro que es inevitable creer que te están sirviendo comida ultrafresca.
Entre amor y odio recorro pasillos de antigua data, la monumental historia que sudan sus muros, tradiciones y traiciones, riqueza y pobreza, es el cara y sello de un día cualquiera en la Vega. Busco frutillas dulces porque en el supermercado la fruta ya perdió su sabor, su gracia, esa maldicion que tiene el retail sobre la nobleza de los productos.
Entonces, bajo la agradable sombra de un día cálido para la sanguchería del Nano, desde lejos se escucha como sus parroquianos le agradecen en el prefijo de tío. Una pequeña sanguchería de acogedora y estrecha barra, de esas donde se come hombro con hombro, se debate la actualidad y se reiteran los buenos chistes.
Atendido por su propio dueño, la oferta es la artillería pesada de la sanguchería nacional. Un cuadro de coordenadas claras te hace elegir las carnes y luego la preparación define el precio. He probado el lomo y el churrasco, pero ésa es sólo la entrada de este lugar carismático; lengua, hamburguesa y arrollado son partícipes de la fiesta.
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Y aunque me prometo probarlos todos, ese día me senté por una mechada, de sabor casero y tan humectada como te lo permite el pollo ganso. Veo cómo el Nano le incorpora su caldo mientras la calienta en su plancha. La opción de pan es frica o marraqueta, pero de la segunda no me voy a mover. La pedí italiana, porque el fuerte verde de la palta y el brillante rojo de los tomates me lo indicaron así. Una cantidad admirable de carne era la base de mi marraqueta tipo torre, que hasta con palito venía para mantenerse en pie sobre el pequeño plato que, en algunos minutos, dejé impecablemente limpio.
Hay días en los que no necesitamos más que recibir buena onda, un empujoncito que siempre viene bien.
Coordenadas: Donde El Nano, Vega Central, local 235, Recoleta. Telefono +56 2 27772109.
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