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Los días soleados y luminosos generan que muchas personas tiendan a mejorar su estado anímico y ser más positivas. Este hecho no es una coincidencia, sino que científicamente está comprobado que nuestro ánimo se modifica dependiendo de la luminosidad a la cual estamos expuestos.
Es así como las personas que se desempeñan en espacios laborales con luz natural, presentan mayor bienestar y energía vital, por ende, un mejor índice de productividad. Pero no sólo para los colaboradores de las compañías este factor impacta positivamente en su energía y productividad, sino que también es aplicable a los hogares y recintos donde las personas pasan su día a día.
“Las personas tienden a mejorar su estado anímico y ser más positivas en primavera y verano, que durante los meses fríos, por un tema de luminosidad y mayor número de horas con luz natural”, afirma la sicóloga organizacional María Inés Morán.
Según la experta, la luz natural afecta los neurotransmisores de nuestro cerebro asociados al bienestar existiendo, incluso, estudios que confirman los efectos negativos que puede acarrear la escasez de luz natural para los trabajadores, como fatiga visual, desánimo, estrés o cefaleas.
Morán enfatiza que “existe la necesidad creciente de evaluar los riesgos psicosociales en el sector público y privado, lo que a su vez implica un diagnóstico de las condiciones laborales y el contexto de desarrollo del trabajo, exigiendo tomar medidas reparadoras al existir un alto riesgo para los colaboradores”.
La experta señala que la situación laboral está siendo trabajada desde el Ministerio de Salud desde el 2013, a través del cuestionario ISTAS 21, que indaga las condiciones contextuales y de gestión sobre las cuales los trabajadores deben desempeñar sus funciones, midiendo entre otros puntos, los espacios y su luminosidad, pero afirma que falta mucho por avanzar respecto a esta materia.