El papa Francisco viaja mañana lunes a Suecia, donde permanecerá sólo hasta el martes por la mañana, para participar en la conmemoración conjunta de los 500 años de la Reforma de Martín Lutero, en una ceremonia que hasta hace pocos años habría sido imposible pero que también levanta recelos.
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Francisco visitará mañana Malmoe y Lund, la dos ciudades suecas donde la Federación Luterana Mundial ha organizado varios actos conjuntos para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma protestante, que se cumplen en 2017.
«En los años ochenta nadie habría creído que los luteranos y los católicos habrían sido capaces de conmemorar en común los 500 años de la Reforma de Martín Lutero. Muchos lo habrían calificado de imposible», aseguró el secretario general de la Federación Luterana Mundial, el reverendo chileno Martin Junge, durante la rueda de prensa de presentación del viaje del papa organizada en Vaticano.
En esa misma ocasión, el presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, el cardenal Kurt Koch, destacó la importancia de este evento frente a las anteriores ceremonias de conmemoración de la Reforma Protestante, que eran «triunfalistas y polémicas por parte de ambos lados».
Pero no a todos ha parecido una buena idea que se «celebre» la protesta del monje agustino Martín Lutero contra las «injusticias» de la Iglesia como la venta de indulgencias y su gesto de clavar sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del palacio de Wittenberg, en Alemania, el 31 de octubre de 1517, y que produjo uno de los cismas más violentos entre los católicos.
En un reciente libro-entrevista, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina y la Fe, el cardenal Gerhard Ludwig Müller, aseguraba que «la Iglesia Católica no tiene motivo alguno para celebrar el V Centenario del inicio del protestantismo».
Pero Francisco en Suecia no hará otra cosa que cumplir el deseo de Benedicto XVI, el papa alemán, quien el 24 de enero de 2011 en su discurso al obispo luterano Friedrich y la delegación de la Iglesia Evangélica Luterana Unida de Alemania, expresó: «En 2017 los luteranos y los católicos tendrán la oportunidad de celebrar en todo el mundo una conmemoración ecuménica común, para luchar por las cuestiones fundamentales a nivel global».
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Y así se producirá, pues el papa argentino llegará a las 11 de la mañana al aeropuerto de Malmoe, en el sur de Suecia, en donde será recibido por el primer ministro sueco, Stefan Löfven, y se reunirá en privado con él y por la tarde encontrará a la familia real sueca, en el palacio de Kungshuset en Lund. No habrá discursos, ya que no se trata de una visita oficial o pastoral a Suecia sino que el papa acude al país solo para la conmemoración.
Posteriormente, en la catedral luterana de Lund se celebrará una oración ecuménica y después el papa viajará a Malmoe, a unos 25 kilómetros, en autobús junto con el resto de representantes luteranos. Después en el Palacio de Deportes, el Malmö-Arena, el papa asistirá a los actos de la conmemoración y al final se reunirá con las treinta delegaciones protestantes presentes y de diferentes partes del mundo.
En estos actos se remarcará además de los 500 años de divisiones también los últimos 50 años de diálogo que comenzaron con el Concilio Vaticano II y en los que se han dado pasos adelantes en el entendimiento cómo la firma de la declaración conjunta sobre la doctrina de la Justificación (la manera de entender la salvación de las personas) firmada en 1999 por luteranos y católicos.
La única nunciatura apostólica en Suecia se encuentra en Estocolmo, por lo que el papa dormirá en un centro de investigación médica cerca de Lund, donde suele reunirse la Conferencia Episcopal del país. El martes, día de la festividad de Todos los Santos para los católicos, Francisco celebrará la misa en el estadio Swedbank de Malmoe ante una amplia comunidad de inmigrantes y después despegará del aeropuerto local a las 12.30 hora local (11.30 GMT) para volver a Roma alrededor de las 15.30 (14.30 GMT).
El papa pronunciará sus dos discursos y la homilía de la misa en español, ya que uno de ellos será improvisado, así como se dirigirá a un país donde los católicos son sólo cerca 119.000 (respecto a los 10 millones de habitantes) y la mayoría de ellos son inmigrantes.