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El año 2020 un 59% de la población del planeta estará compuesta por hombres y mujeres nacidos después del año 1980, los llamados «millennials», que hoy tienen entre 19 y 35 años y los «centennials», los menores de 18 años de hoy.
Son los nativos digitales, los que nacieron con computadoras y videojuegos, los que nunca vieron televisión en blanco y negro, los que tuvieron su primer celular estando aún en el colegio y que hoy repletan las redes sociales.
Un reciente estudio del Bank of America Merrill Lynch ha señalado que los sub 35 hoy manejan un 35% de la renta bruta total del mundo, que en su gran mayoría (88%) viven en países emergentes y un 90% de ellos maneja un smartphone. A leer estos datos rápidamente pareciera que tienen una vida envidiable, pero no es así.
Un informe del Instituto de Estudios Fiscales de Londres advierte que los menores de 35 años corren el gran riesgo de ser más pobres que sus padres y disfrutar de menos bienes materiales.
Al parecer detrás de los últimos celulares de moda se esconde una dura realidad para nuestros jóvenes: comienzan a endeudarse antes que sus padres, tienen trabajos más precarios y los altos costos de la educación han dejado a varios fuera del sistema escolar.
En Chile la banca y las multitiendas entregan créditos a jóvenes apenas salen del colegio, sabiendo que no poseen ninguna capacidad de pago. El resultado de esta práctica casi perversa se traduce en familias más endeudadas, con padres que deben asumir deudas y jóvenes con antecedentes morosos incluso antes de entrar al mundo laboral.
Según datos del sondeo «Educación Financiera» del Injuv (2014), un 38% de los jóvenes entrevistados declara tener deudas, préstamos o créditos a su nombre. De este porcentaje, un 68% las tiene por créditos universitarios, el 38% por tarjetas de casas comerciales y el 29% por créditos de consumo.
Mientras los trabajos para los jóvenes suelen ser más precarios, muchos de ellos incluso sin previsión.
La educación también es un punto débil en nuestro jóvenes, gran parte de los sub 35 no pudieron completar su enseñanza por los altos costos, debiendo optar a trabajos precarios y sin poder desarrollarse como deseaban.
Las reformas educacionales del Gobierno están ayudando a acortar las brechas de desigualdad. Hoy cada vez son menos los jóvenes que deben dejar de estudiar por falta de dinero o que deben endeudarse para llegar a la universidad. En el área laboral, existen planes y programas de capacitación para facilitar el ingreso al mundo del trabajo. Pero aún falta más educación financiera y un compromiso de los privados para entregar créditos con mayor responsabilidad a los jóvenes.
El desafío para el 2020 es grande, debemos trabajar en más y mejores políticas públicas y privadas para cuando los millennials y centennials sean mayoría .
Nicolás Farfán
Director Nacional de Instituto Nacional de la Juventud (Injuv)
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