¿Qué significa lo que pasó esta semana? ¿Cómo lo leemos? La estadística dice que por primera vez un proyecto del Ejecutivo recibe la negativa total del mismo bloque que gobierna. Esta semana, a la propuesta de 3,2% de reajuste que presentó y defendió el ministro de Hacienda, toda la Nueva Mayoría votó en contra. Ruidosamente en contra.
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¿Qué lectura podemos hacer de lo que pasó? ¿Puede existir un peor momento entre un gobierno que es sustentado por un grupo de partidos que le dio un portazo sonoro en la cara?
No nos engañemos, muchos de los parlamentarios que votaron en contra del reajuste, no están velando por el bienestar de los funcionarios públicos, están haciendo un «gallito», buscan crear un conflicto, poner al Gobierno de rodillas, es un juego político. Lo hacen desde la oposición real, pero también desde la oposición feroz que son los mismos que sustentan al Gobierno.
Me pregunto si el escenario sería el mismo si la derrota no hubiese sido tan profunda como lo fue el domingo 23. Me pregunto si las ganas de pasarse cuentas o hacer un «gallito» se habrían dado de no haber enfrentado la peor derrota desde la vuelta a la democracia. Peor aún, ¿cómo sobrevive un gobierno así? ¿Cómo vuelve a trabajar en conjunto? ¿Cómo vuelven a reunirse, a mirarse las caras, para navegar hasta fines del próximo año? Yo, sinceramente, no lo sé.
Lo más complejo ante este escenario es el discurso que se está instalando. ¿Lo escuchan? ¿Lo sienten?
Cada vez con más fuerza desde la oposición, pero hoy desde la peor oposición que es la de tus mismos aliados -en este caso la Nueva Mayoría- se instala el cuestionamiento a las reformas. Peor aún, a las reales reformas y no a las que se materializaron después de negociaciones infinitas. Hoy desde la Nueva Mayoría se llega a cuestionar el diagnóstico del país y los efectos de la desigualdad. ¡Hasta eso! ¿Es tanta la ceguera que prefieren renegar de un programa de gobierno que de ellos mismos? ¿Prefieren explicarse la baja adhesión como una falla de diagnóstico e implementación y no como una desafección hacia ellos mismos?
Temo que ante este ambiente revuelto y donde se cobran las cuentas, en este momento de hacer gallitos, de sobrevida del más fuerte, se pierda totalmente el objetivo inicial. Temo que todo intento por reformas se anule con la excusa de que «no es lo que los chilenos querían», de que «en realidad erramos el diagnóstico», de que «no se buscaba cambiar el modelo, sino navegar mejor en él». Temo que con la crisis de la Nueva Mayoría, en materia de desigualdad, avancemos tres pasos para finalmente retroceder cuatro.
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