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Esta semana el Gobierno vivió un duro revés en la Cámara de Diputados. De forma inédita parlamentarios del oficialismo no se cuadraron con el proyecto de ley que pretendía reajustar en un 3,2% los salarios de los funcionarios públicos, propuesta que mantiene descontento al sector.
Es sabido que las relaciones entre la Nueva Mayoría y el Gobierno están en un punto crítico tras los magros resultados electorales en las pasadas elecciones municipales. Al respecto, no cabe duda que los parlamentarios quisieron mandar un claro mensaje de descontento al Ejecutivo y marcar la tónica de cómo se podría desarrollar la agenda parlamentaria de cara al futuro si no existen nuevos tratos. Sin embargo, a pesar de las posibles motivaciones políticas, el rechazo unánime al proyecto resulta una decisión socio-económica acertada (algo que no siempre sucede).
El IPC de septiembre sorprendió a la baja y ubicó la inflación acumulada de 12 meses en 3,1%. Toda vez que hay alzas de precios en los bienes y servicios las personas pierden poder adquisitivo. Y es que, entendiendo que los salarios son fijos hasta la decisión de su reajuste, conforme pasa el tiempo las personas pueden comprar cada vez menos cosas, por lo tanto se puede concluir que ganan cada vez menos, en términos reales.
Esta lógica nos invita a concluir que un reajuste salarial de 3,2% sólo representa un aumento real de los sueldos de un 0,1%. El 3,1% restante sólo viene a equiparar los salarios respecto al aumento del costo de vida acumulado en los últimos 12 meses, por tanto no representa un incremento real.
Ahora bien: ¿Es suficiente un incremento salarial real de 0,1%? La respuesta es no. A pesar de vivir un proceso de desaceleración económica, se espera que el país aumente en 1,7% su producción este año y, por ende, también así su riqueza. De esta forma todos los salarios, públicos y privados, a lo menos debieran incrementarse un 4,8%: 3,1% para compensar la pérdida de ingresos por inflación y 1,7% para equiparar el aumento de la riqueza del país. ¿Dignidad? ¿Justicia? Llámelo como quiera. Yo prefiero llamarlo: lo correcto.
Matías Godoy Mercado
Director de Economía para todos
www.economiatodos.cl
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