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Nadie en estos minutos se atrevería a manifestar que la situación económica nacional está pasando por un buen momento. Los diversos factores tanto internos como externos han devenido en un complejo escenario de crisis y desaceleración. Y para empeorar, debemos sumar un sector empresarial con negativa percepción sobre la evolución de la economía, un mundo político altamente desprestigiado, y una opinión pública absolutamente desencantada y profundamente desconfiada.
Frente a este diagnóstico, del cual pareciera no haber salida, aparece el sector cooperativo, siempre relegado a un segundo plano, como aquel que asegura mejor que cualquier otro modelo, una estabilidad mayor frente a situaciones de crisis o desaceleración. Así ha quedado demostrado no sólo en Chile en décadas pasadas, sino también en países europeos como Italia o Alemania, donde este modelo ha dado muestras de resiliencia.
Desde esta perspectiva, las cooperativas representan una oportunidad para la economía nacional y local, pues fortalecen el emprendimiento, la innovación, la descentralización y la distribución de la riqueza, favoreciendo la generación de empleo.
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Sin duda que la aprobación de la nueva Ley de Cooperativas ha abierto las posibilidades de que surjan más cooperativas y que las existentes mejoren sus procesos administrativos.
Pero quedan grandes desafíos, ya que el cooperativismo en Chile aún tiene muchas áreas hacia donde crecer, sobre todo en la financiera, donde sería posible ofrecer soluciones concretas y con la flexibilidad que el mercado privado no está dispuesto a dar.
Se ha participado de instancias públicas como la discusión de la ley, la mesa asesora del Ministerio de Economía, entre otras iniciativas. Sin embargo, aún falta bastante en cuanto a facilitar el acceso de las cooperativas a las mismas condiciones de mercado que la banca privada, ya que nos permitiría ofrecer mejores opciones comerciales a millones de personas de menores recursos, que es el segmento que más se beneficia y compone este modelo solidario.
Si las cooperativas contaran con herramientas más concretas, pudieran ofrecer soluciones más amplias en cobertura de salud, educación, pensiones, vivienda, etc. Tal como ocurre en otros países, incluso latinoamericanos donde el cooperativismo se ha consolidado como la respuesta a una economía individualista y cruel con las personas de menos ingresos de nuestro país.
A su vez, proponemos de que las cooperativas manejen los fondos de pensiones, creando «cooperativas AFP», donde la utilidad se repartiría en todos los asociados, mejorando la rentabilidad final de la cual se desprenderán las jubilaciones.
Por ello, se ve como fundamental el crear un Ministerio de Cooperativas, pues una Subsecretaría no es suficiente para hacerse cargo de un sistema que hoy cuenta con más de un millón 700 mil socios y una cifra muy superior de beneficiarios. Aquí radica la gran oportunidad para el actual o futuro gobierno: el crear un Ministerio que permita fortalecer al sector cooperativo, posicionándolo como un sector clave para la economía nacional, creando así una virtuosa onda de expansión hacia las economías regionales, que repercutirá positivamente en todo el país.
Manuel Bello,
Presidente Cooperativas A.G.
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