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El ex presidente Ricardo Lagos asemeja su agenda con la de un dentista, por lo apretada y estructurada. Sin embargo, pese a la alta cantidad de actividades que tiene cada día, no manifiesta cansancio, todo lo contrario. “Llevo 10 años con la misma rutina, estoy acostumbrado”, confiesa. En su despacho en la Fundación Democracia y Desarrollo, se da un tiempo para recibir a Publimetro y dar cuenta de su aspiración presidencial en un Chile que reconoce “en crisis». Al mismo tiempo, cuestiona el rol de la clase política y responde a quienes atacan su presidencia. “Como se puede decir que privaticé si avanzamos en todos los derechos”, asegura. En un diálogo que abarca distintas áreas, reconoce que legalizaría la marihuana y reformaría el sistema de pensiones. Y hace un guiño a los comunistas: “La Nueva Mayoría ganó con la incorporación del PC”.
¿Por qué Ricardo Lagos es la mejor alternativa para liderar Chile en tiempos en que el país padecería, según su mirada, una grave crisis de institucionalidad?
– No considero que yo sea la persona adecuada: simplemente he ofrecido mi concurso para participar porque creo que es un momento de crisis muy significativo en el país. Las instituciones funcionan, aunque otra cosa distinta es la legitimidad de estas instituciones. El problema más de fondo es que para recuperar confianzas, las medidas necesarias hay que tomarlas con estas instituciones, no hay otras. Es un tema complejo. Parecía muy complejo también el tránsito desde dictadura a democracia, y lo hicimos. A lo mejor se podría haber hecho mucho mejor, como todas las cosas humanas. Pero hoy hemos tenido otro tránsito, de una ciudadanía que exige mucho más. Es una sociedad más educada y comunicada. Las redes sociales están ahí. No solamente hay un periódico que es gratis y que se reparte en las mañanas en el Metro. Comenzó a salir hace más o menos 15 años, estaba de presidente cuando ocurrió. En aquel momento les dije a muchos: este es un signo de los tiempos futuros. Y bueno, frente a estos tiempos se requieren muchas voluntades, y en su momento dije que si es necesario no me resto de este esfuerzo. Pero es un esfuerzo que va más allá de los políticos, de una coalición: es un esfuerzo que requiere una mirada común de muchos para abordar de una manera común los temas que tenemos, y que son los temas que interesan a la ciudadanía. Y a ratos la clase política ha actuado un poco alejada de aquello.
¿Cree que la Nueva Mayoría posee las condiciones para llevar adelante este cambio, evidenciando lo complejo que ha sido este gobierno?
– Quisiera distinguir. Uno: las transformaciones que quiere hacer el Gobierno son indispensables. Tenemos que tener una tributación como corresponde. Y agrego que antes y después de impuestos cambia la distribución de ingresos, pero esas son mis preferencias personales. Dos: nadie discute la necesidad de lo que hay que hacer en educación ni discute que tenemos una tarea pendiente, no obstante los avances, en el ámbito de la salud. Paso un aviso: la salud en Chile es de los mejores indicadores en América Latina, pero hay que intentar compararse más allá de Latinoamérica, y allí nos falta un gran camino. Por las modificaciones constitucionales que se hicieron en 2005, hoy es posible plantearse una nueva Constitución. Si no hubiera sido por eso, aún estaríamos pidiendo que se acabaran los senadores designados y que el presidente de la República pudiera conformar los altos mandos de las Fuerzas Armadas, entre otras cosas. Eso ya es pasado. Entonces, hay una crisis: la pregunta es cómo la abordamos, y eso me parece muy significativo. Y esa crisis no es sólo de Chile: mire usted lo que ocurre en diferentes partes del mundo. En el caso nuestro hay un cambio, yo diría porque hay un vasto sector de capas medias que hasta ayer eran pobres, que dejaron atrás la pobreza y se pusieron de pie. Y demandan y exigen, como es lógico, y no quieren volver atrás. Y tercero, las nuevas demandas de jóvenes, que son hijos de la democracia y que tienen una mirada distinta hacia el futuro. En estos tres puntos tienes un cóctel muy peligroso.
En esta juventud que menciona han surgido liderazgos. Tal es el caso de Gabriel Boric, quien ha sido muy crítico con usted. Incluso sostiene que Lagos lideró la privatización de los derechos de los chilenos. ¿Cómo responde a esta crítica?
– A mí me gustaría responder sobre la base de lo que yo hice, eso está ahí. Cuando se dice que privaticé, de dónde pueden decir eso si avanzamos en todos los derechos. Es distinto tener 200 mil estudiantes universitarios a tener 1 millón 200. Ahora, no privaticé nada, por el contrario. El hecho es que hoy, de los jóvenes entre 18 y 24 años, el 83% está en una institución post secundaria. Es inédito por todos los estándares. Entonces, qué se privatizó. Usted me dice las carreteras, por las concesiones. Es al revés: porque hubo concesiones se hicieron la carreteras que se hicieron, y hoy el Estado de Chile es más rico en 25 mil millones de dólares. Hoy el Estado, si pone a trabajar esos 25 mil millones para constituir con ellos un gran fondo de infraestructura, puede tener un nivel de inversión de 10 mil millones de dólares anuales en infraestructura y ponernos al día, porque no ha habido mucha inversión en los últimos 10 años. El 3,5% del producto de Chile fue inversión en infraestructura en algunos años de ese periodo. Cuánto se invierte actualmente en infraestructura: entre el 1% y el 1,5%. Son cifras siderales y hay que recuperar el tranco. Pero hablemos en serio: yo feliz en conversar con quien quiera para explicar lo que quiera que le explique. Pero más allá de eso, que es la frase al pasar, me gustaría tener una conversación distendida sobre estos temas. Yo estoy absolutamente disponible.
Hoy el sistema de pensiones es un tema sensible. Usted propuso un sistema mixto, con mayor participación del Estado, mayor regulación para las AFP y aumentar la cotización a cargo de los empleadores. ¿Cree aún, pese a la crítica y a la presión ciudadana, que el modelo de las AFP aún es perfeccionable?
– Hice una afirmación sobre las AFPs que les molestó a muchos. Las AFPs están más interesadas, al parecer, en que los dueños ganen más plata a que los cotizantes tengan mejores pensiones. Porque los cobros que hacen por la vía de costos de administración, que llegan hasta el 1,5%, son elevadísimos a nivel mundial. Ahora, digamos las cosas por su nombre: siempre va a ser necesario tener un pilar solidario, porque algunos, o tienen salarios muy bajos, o tienen lagunas en sus imposiciones a lo largo de su vida. Mientras no haya una reforma profunda al sistema, los nuevos recursos deben ser administrados por una entidad del Estado. No es una AFP estatal, es una entidad del Estado. Vea usted los países escandinavos: todos tienen un sistema privado y un sistema público. Yo creo que hacia allá va el mundo. Los que tienen altos ingresos normalmente van a tener una pensión adecuada porque han hecho un nivel de cotización muy alto. Los otros, de la mitad para abajo, van a tener menores ingresos. Me parece muy importante, y es algo que nadie me ha desmentido, que cuando se establece una misma esperanza de vida para todos los chilenos, ese promedio, como todo promedio, no es real. Los que tienen ingresos más altos viven más, y los que tienen ingresos menos altos viven menos. Los ahorros a los segmentos más bajos se los dividen por 20, porque esa es la esperanza de vida después de los 60 años, pero en realidad van a vivir 15 y les quedaron debiendo cinco. Y los que están arriba del promedio van a vivir 25. Entonces ellos se aprovechan de los cinco que le debieron al resto. Es decir, hay un subsidio de los que vivieron menos a los que vivieron más. O sea, hay muchos cambios que hacer. Lo que estoy planteando son cosas realistas y concretas, y tengo en vista a los sectores medios, que son los que están demandando más con respecto a este tema.
– ¿Qué le parece aumentar la edad de jubilación?
– Eso déjeselo a cada personas. ¿Por qué tiene usted que obligar a jubilar si la persona quiere seguir trabajando? No me preocuparía de elevar edades de jubilación: hay un mínimo, por supuesto. Pero que la persona elija y saque sus cuentas. Además, muchos le van a decir ‘me gusta el trabajo’ y otros dirán ‘quiero seguir activo’.
– Hoy hay miles de santiaguinos que demoran horas en llegar a sus trabajos y viceversa. El Transantiago continúa siendo muy mal evaluado. ¿Por qué se puede creer que el presidente que creó este sistema puede proponer una mejoría?
– Las cosas como son. Las micros amarillas no eran un buen sistema de transporte y uno demoraba horas y horas porque la cola de las micros comenzaba en Plaza Italia y terminaba en Estación Central. Alguien podrá decir: y para qué se metió en ese lío. De acuerdo, pero creo que los presidentes están para hacer las cosas que hay que hacer. El eje estructural del Transantiago se llama Metro pero, lamentablemente, no se ha mantenido el ritmo de construcción del servicio subterráneo. Sin embargo, una vez que se terminen las líneas 3 y 6, el 22% de los santiaguinos estará a 5 minutos caminando de una boca de Metro. Tenemos que construir en los próximos 15 años otros 150 kilómetros de Metro. Así, el 50% de los santiaguinos estará a cinco minutos. Cuando eso ocurra, es obvio que será el Metro el encargado de administrar la flota de buses que traigan a la otra mitad de santiaguinos. Será así porque ellos saben cuáles serán las necesidades. Ese es el verdadero Transantiago. Esa es la solución real. ¿Por qué no se siguió el ritmo que llevábamos? Yo hacía 8 kilómetros de Metro al año. Hice 50 kilómetros de Metro en mis seis años. Acá hay una responsabilidad posterior a mi gestión.
– Actualmente se discute en el Congreso el proyecto de Educación Superior y se ha generado polémica con respecto a si el Estado debe fortalecer primordialmente a las universidades de las cuales es dueño, las estatales, o continuar distribuyendo los recursos al resto del sistema.
– No conozco ningún país en el que el Estado no pueda invertir en las universidades estatales lo que le parezca adecuado. Por algo son del Estado: este ve dónde pone su plata. Otra cosa distinta es que existan en el país dos principios muy importantes. Primero, el derecho a la libertad de educación: todos tienen derecho a decir ‘yo quiero enseñar’. Pero el Estado tiene un derecho inalienable: la seriedad de los títulos y grados que se imparten. Es decir, respeto la libertad de educación, que haya universidad privadas no hay ningún problema, pero los grados y títulos que esas universidades imparten los garantiza el Estado. Y tiene que garantizar dos cosas: la calidad de la educación y los títulos que otorga de tipo profesional. ¿Tienen sentido esas profesiones y tendrán demanda en Chile? No se trata solamente de decir: esta universidad tiene calidad, sino también preguntar cuál es la la empleabilidad de las personas. La tendencia de muchas instituciones es ser universidades de pizarrón y tiza, como se dice, que es más fácil. A ratos, el Estado no ha estado a la altura de esos dos temas.
– ¿Debe estar la educación coordinada por un proyecto país?
Por supuesto, aunque no digo que vamos a ser como Finlandia. Qué le dicen a usted: el próximo año, en la carrera de Pedagogía en Física habrá sólo 20 vacantes, porque en 5 años más jubilarán 15 profesores de Física. Entonces, si van a jubilar 15, preparemos 20 para que los reemplacen. No digo eso, pero sí debemos tener una estimación. Por lo tanto, hay universidades que entregan cartones que en verdad no te habilitan para nada. Entonces, el Estado no está cumpliendo ese rol.
– ¿Se ha regido la educación sólo bajo lógicas de mercado?
– Los principios no se han cumplido a cabalidad. Otra cosa es si habrá recursos públicos para que los estudiantes puedan pagar las matrículas y estudiar en universidades privadas, y ahí está el tema de la acreditación, de la calidad. Uno de los problemas del CAE es que la comisión que fija las tasas de interés estableció correctamente, a mi juicio, que las personas que quieren acceder a ese beneficio tenían que estar en universidades acreditadas. Y se produjo una inflación de acreditaciones, porque todos querían acceder al beneficio, y eso no se hizo bien. No en mi gobierno: eso ocurrió posteriormente.
Usted ha señalado que una alternativa para combatir la delincuencia es la legalización gradual de las drogas en Chile. Al liderar un próximo gobierno ¿promovería esta política?
– No me parece adecuado que en un país gran parte de quienes están en cárceles lo estén por microtráfico de marihuana. Formo parte de la Comisión Mundial sobre la Droga, y lo que se constata es que la lucha comenzada en 1960 ha fracasado. Hay más drogadictos y, por desgracia, hay narcotraficantes y bandas más poderosas. Seguimos siendo los países del sur los que proveemos la droga que se consume en el hemisferio norte. En el caso de Chile, soy partidario de concentrar la lucha frontal contra los narcotraficantes y las drogas duras. La marihuana es tan adictiva como el tabaco y el alcohol, y recuerde que se han hecho campañas contra el tabaco muy efectivas. Usted ve que ahora sólo se puede fumar en determinados recintos y cada vez menos. El alcohol también está sujeto a un conjunto de regulaciones: si usted es menor de edad, no puede adquirirlo. O sea, demos a la marihuana carácter similar a estos otros elementos también adictivos y no criminalicemos. Usted ve lo que está pasando en otros países. En esta reciente elección del señor (Donald) Trump, pasó inadvertido que California y Massachusetts, entre otros estados grandes de Estados Unidos y con mayor población, se legalizó el consumo de marihuana para fines recreativos. Me parece que es más eficiente para combatir la delincuencia ir contra quienes trafican cocaína, pasta base o morfina. Yo sé que hay pocos recursos en salud, pero saque del mercado de la droga a quienes no tienen arreglo y que están dispuestos a cometer cualquier delito con tal de acceder a ella. Y diga, este señor es un enfermo crónico y el Estado se hace cargo de él. Haga lo mismo que California: para consumo individual y fines recreativos ningún problema. Pero haga una campaña en contra de la marihuana, igual como lo hace con el tabaco. Esa es una política responsable. Si le digo que la mitad de las mujeres encarceladas lo están por tráfico, ¿no cree que hay algo erróneo ahí? Normalmente es porque las sorprendieron con cantidades ínfimas. Hay mucho que hacer en ese campo y me parece muy importante que el Parlamento pueda avanzar en ello.
Con respecto a la carrera presidencial, las encuestas no le han dado buenas noticias y usted les ha quitado trascendencia.
– No le quito trascendencia a nada. Yo analizo todas las cosas como son, pero también veo que falta un año para la elección presidencial. Y cuando alguien me pregunta, ¿y usted qué hace? Pues trabajo con más ahínco. Y he dicho muy claramente que lo hago con un grado de responsabilidad con el país. Si en algo contribuyo, y si se dan las condiciones adecuadas, bien. Y si no, quedo con mi conciencia tranquila, hice lo que pude. Quiero a Chile y si en algo puedo aportar, espléndido. Si la mayoría piensa que no tengo nada que aportar, espléndido también. Vuelvo a lo que he practicado los últimos 10 años.
¿Y cuál sería el límite para tomar esa decisión?
– No se preocupe, oportunamente usted va a saberlo. Pero no es que tenga que tomar una decisión, en lo absoluto.
Pese a no definir sus apoyos, hay sectores al interior de la Nueva Mayoría que quizás en otro momento habrían respaldado una candidatura de Ricardo Lagos, y que hoy están apoyando una posible postulación de Alejandro Guillier.
– Bienvenido sea, estamos en una democracia. Alejandro ha sido un gran y espléndido periodista.
¿Cuán importante sería para usted gobernar con el Partido Comunista?
El Partido Comunista participa en un sistema democrático en Chile, y me parece muy significativo el rol que ha jugado en la Nueva Mayoría, por lo que no veo razones para que salga. Ahora, de él dependerá si quiere continuar o no, porque ningún partido está obligado a seguir en una coalición. Pero creo que uno aspira y espera tener un arco cada vez más amplio, y creo que la Nueva Mayoría ganó con la incorporación del Partido Comunista.
Carlos Peña planteó a Guillier como una especie de Trump chileno. Lo trata de demagogo. En este contexto, se lo podría comparar a usted con Hillary Clinton. Se lo planteo de esta forma porque ella fue una candidata de amplia trayectoria, muy relacionada con la clase política de Estados Unidos, y se podría considerar un símil con usted en aquel sentido. Y a ella al parecer esto le jugó en contra.
– Son situaciones totalmente distintas. Eso no se me había ocurrido todavía. Los que estamos en esta actividad somos todos políticos y cuando hablamos de la élite, los parlamentarios son de la élite. Hay una élite más joven, una más vieja, otra que viene de distintas profesiones. No hagamos estereotipos, digamos las cosas como son.
Ayer se creó una comisión investigadora en el Congreso para investigar el sobreprecio de un hospital construido por una empresa española cuyo representante en el país es su cuñado, Roberto Durán. ¿Qué le podría explicar a la ciudadanía sobre este caso?
– Me parece muy bien que las instituciones funcionen, y estas cosas funcionan para aclarar tantas dudas. ¿Recuerda usted el ‘jarrón’ de la Corfo? El jarrón apareció entero. Acuérdese de esta comisión, espero que funcione.
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