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Los habitantes de Liverpool estaban indignados en febrero de 1993. Una situación similar se vivió en el resto de Inglaterra y prácticamente en todo el mundo.
Esto luego que se dieran a conocer los macabros detalles detrás del asesinato del menor de 2 años James Bulger, el cual fue encontrado muerto en una línea férrea en la zona de Walton de la mencionada ciudad el 14 de febrero de 1993.
Un día antes, el pequeño acompañaba a su madre Denise Fergus mientras esta paseaba y compraba en el centro comercial New Strand. Ella ingresó a una carnicería y él se quedó en la vitrina observando. En ese momento, dos niños de 10 años observaban la situación con atención, decidiendo ir a abordar al pequeño.
Jon Venables y Robert Thompson habían decidido no ir al colegio ese día, sino que partieron hacia el recinto. En dicho lugar, robaron dulces, pintura azul para maquetas y pilas. Tras esto, idearon cometer el siguiente crimen, según ellos mismos confesaron una vez que fueron detenidos: llevarse a un niño para luego empujarlo hacia la vía pública cuando pasen los automóviles a toda velocidad, para poder generar un accidente.
Sin embargo, al momento de interceptar a Bulger y secuestrarlo cambiaron su plan. Lo tomaron de la mano y caminaron cerca de cuatro kilómetros hasta llegar al canal Leeds and Liverpool, en donde lanzaron al menor.
Este cayó de cabeza y comenzó a llorar. Unos transeúntes del lugar escucharon el llanto y se acercaron a ver qué pasaba. Los menores aseguraron que el pequeño era su hermano y que se había caído, hecho que no causó extrañeza en los vecinos, quienes siguieron su camino.
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Lo mismo hicieron los asesinos con Bulger. Los atacantes se llevaron al niño hasta la estación férrea Walton & Anfield en donde comenzaron a torturar al menor. Le dieron golpes de pie y puño, vertieron el contenido de la pintura en sus ojos y las pilas se la introdujeron en la boca. Posteriormente, le lanzaron ladrillos y piedras, para culminar con un pedazo de fierro de más de 10 kilos.
Para intentar ocultar las causas del crimen, agarraron el cuerpo inerte del pequeño y lo dejaron tapado con escombros sobre la línea, tras lo cual decidieron irse. Al momento de ser encontrado el cadáver por la policía, este estaba partido en dos tras haber pasado el tren sobre él. Bulger tenía más de diez fracturas craneales, estaba semidesnudo y los forenses no pudieron determinar cuál de todos los golpes que recibió fue el que le provocó su muerte.
El juicio y un nuevo encarcelamiento
Los policías revisaron las cámaras de seguridad del centro comercial descubriendo que el crimen había sido perpetrado por dos niños de 10 años. La prensa mundial cubrió el hecho dándole tribuna por días ante unos espectadores que estaban horrorizados con lo que había sucedido.
Venables y Thompson por ser menores de edad eran inimputables, pero una buena parte de la sociedad inglesa exigía que fueran tratados como adultos.
El detective superintendente Albert Kirby, de la policía de Merseyside, fue quien encabezó las indagatorias, señalando que los menores tenían en sus ropas la misma pintura azul encontrada en Bulger. Los dos atacantes además tenían rastros de sangre en sus vestimentas, la cual correspondía a Thompson. Lo mismo hallaron en los restos de la víctima.
El 24 de noviembre de 1993 los dos niños fueron declarados culpables del asesinato, quedando privados de libertad hasta que cumplieran la mayoría de edad, recibiendo posteriormente presidio perpetuo. Pero en 2001 salieron en libertad, quedando bajo un estricto régimen de libertad vigilada. Mientras que las familias de los culpables debieron huir de la ciudad producto de la ira de los habitantes de Liverpool.
El Ministerio de Justicia inglés en tanto reveló el 2010 que Venables había sido detenido por violar su libertad condicional, siendo acusado de posesión y distribución de pornografía infantil, siendo condenado a dos años de cárcel, saliendo en libertad en septiembre de 2013.
El hombre, que en ese momento tenía 27 años, se hacía pasar por una madre llamada Dawn «Dawnie» Smith, quien en un chat relataba como maltrataba a su hijo, esperando que otras personas le enviaran material de esa índole.
En la actualidad, no existe mayor información sobre la vida de los dos implicados, pues su identidad fue cambiada y se mantiene en reserva para garantizar su seguridad.
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