Y comienza la Teletón, la fiesta de la solidaridad, en que somos un solo corazón por 27 horas. Si no lo ha hecho aún, súmese hoy a esta noble iniciativa y «métase la mano al bolsillo», rompa el chanchito y dé una contribución a esta obra, que todo aporte sirve.
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Seguro que usted también ha sido testigo, como yo, del enorme bien que ha hecho esta fundación a Chile; a los que han requerido una rehabilitación, como a todo el entorno familiar de los pacientes. A estas alturas, ¿quién no conoce alguien que directa o indirectamente haya requerido su ayuda o apoyo en estos más de 30 años de Teletón? Son miles los que han pasado por sus instalaciones y aprovechado su atención y cuidados. ¡Cuánto nos perderíamos si no existiera! ¡Gracias Don Francisco por esta genial iniciativa!
El lema de esta fecha está muy bien escogido: “El abrazo de Chile”. El efecto terapéutico de un buen abrazo es incuestionable. Levanta el ánimo, ayuda a recuperar la confianza, la esperanza y contagia alegría. Hace un tiempo existió una campaña mundial de «abrazos gratis». En efecto, una muestra concreta y gratis de cariño y afecto. Las palabras son buenas, pero los gestos mejores. Y tras un abrazo, un gesto de apoyo, de aliento, sobre todo a quien está caído, desanimado, desalentado, surge la esperanza, se renuevan los sueños, la amargura desaparece y los dolores se atenúan.
Una terapia de rehabilitación en la Teletón toma años. Veremos hoy, como en eventos anteriores, el lento proceso de recuperación de una persona tras un accidente o al haber nacido con una malformación invalidante.
Hay terapias complejas, que requieren tanto de elementos técnicos sofisticados y caros como de mucha tenacidad, empeño y voluntad. Y el apoyo y afecto del entorno familiar es clave. Así lo han confirmado decenas de personas que han contado su experiencia en este maratón de solidaridad.
Junto con el personal médico, kinesiólogos, enfermeros y asistentes, una ayuda invaluable ha sido y es el apoyo de las personas queridas, empezando por los padres, hermanos, parientes y amigos.
Y quienes han estado cerca de una persona que ha requerido rehabilitación, han podido comprobar que salen favorecidos: se agradece más la vida, las cosas sencillas, la salud. Cuando nuestra sociedad crece en inclusión, nos rehabilitamos todos.
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Una pregunta recurrente es: ¿por qué Dios permite que personas nazcan con tan graves dificultades? ¿O que sufran severamente tras un accidente? La respuesta es: nos tienen a nosotros. No los dejemos solos. Quien ayuda a otros, quien sirve a los demás, crece en humanidad.
Los católicos celebramos dos cosas en este tiempo: el mes de María, que termina el 8 de diciembre, y el Adviento, camino al nacimiento de Jesús. Y es celebrar, ya que viene a cada uno de nosotros. Es fiesta. Con Él, todo es alegre esperanza. No hay que temer más.
Que este Adviento esté inundado de las virtudes de solidaridad, amistad, alegría. Como un gran abrazo. Como el que nos dará Jesús, en Belén.
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