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Columna de Raúl Sohr: Las guerras africanas de Cuba

Cuba libró sangrientas batallas en el continente africano. Fidel Castro señaló que 381 mil de sus hombres lucharon en tierras africanas. Se estima que tan sólo en Angola murieron más de diez mil soldados caribeños en las campañas por derrotar a las fuerzas colonialistas y del supremacismo blanco sudafricano.

En reconocimiento a este sacrificio, Nelson Mandela  optó por viajar a Cuba en su primera visita  presidencial. En la ocasión, en 1991, Mandela abrazó a Castro y lo llamó: “Una fuente de inspiración para todos los pueblos amantes de la libertad”. No faltaron los críticos a este homenaje. A ellos Mandela les dijo: “Hay gente que nos da consejos sobre Cuba, son los que apoyaron el régimen del apartheid durante 40 años. Ningún hombre o mujer con sentido de dignidad aceptaría consejos  de gente a la que nunca les importamos durante nuestros tiempos más duros”.

La gran congregación para despedir las cenizas de Fidel, en La Habana, testimonió la vocación internacionalista del pueblo cubano. Estaban presentes mandatarios y altos representantes de todos los confines de Asia, de las naciones árabes, África y América Latina.

Jacob Zuma, el primer mandatario sudafricano, dijo: “El presidente Castro inspiró al pueblo cubano a unírsenos a nuestra propia lucha contra el apartheid”. Las tropas cubanas jugaron un papel decisivo en la derrota del ejército sudafricano en Angola. El régimen racista de Pretoria, con respaldo de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y las viejas potencias coloniales intentó deponer a los emergentes gobiernos de liberación nacional en las ex colonias portuguesas: Mozambique, Angola, Guinea Bissau y Cabo Verde.

Las raíces africanas, en especial de África Occidental y central, de muchos cubanos contribuyeron a la voluntad de apoyar la lucha del África negra. La ignominia de la esclavitud que trajo, en condiciones infrahumanas, a sus antecesores al nuevo mundo fue un fermento poderoso de la lucha solidaria.

La vocación cubana por África continuó tras las victorias militares. Miles de médicos,  maestros e ingenieros han participado en proyectos de mejoramiento de las condiciones de vida. El último episodio fue la desesperada campaña contra el ébola que causó más de once mil muertes en Guinea, Liberia y Sierra Leona.  Cuba se puso a la cabeza de las riesgosas  operaciones sanitarias.

Una nación de once millones de habitantes, con un modesto ingreso per cápita de 6.051 dólares, despachó 461 personas para combatir la enfermedad. En el momento álgido de la crisis, en el 2014, Castro los  describió como “un ejército de delantales blancos”. Según autoridades médicas cubanas, 12 mil funcionarios se presentaron como voluntarios para enfrentar la pandemia. En Gran Bretaña se inscribieron 1.200 trabajadores del Sistema Nacional de Salud.

La cultura de generosidad solidaria cubana sobresale en el ámbito internacional y es reconocida por Naciones Unidas. Es una arista de la Revolución Cubana que tiende a quedar relegada por las reminiscencias de la Guerra Fría.

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