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Un caza de combate ruso modelo SU-33 cayó a las aguas del Mediterráneo este lunes, cuando intentaba aterrizar en el poortaaviones Almirante Kuznetsov, buque insignia de la armada rusa anclado desde hace un mes en las costas de Siria. Es el segundo jet que sufre un accidente en ese periodo de tiempo; el último cayó a tierra el 14 de noviembre pasado, por falla técnica.
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«Después de una misión de combate en Siria, el caza Sukhoi-33 pasó de largo la pista de aterrizaje al intentar posarse en el portaaviones Amiral Kuznetsov», declaró el ministerio de Defensa en un comunicado, que también aclara que el accidente se produjo por una falla en el cable de aterrizaje, en el que se debería haber enganchado el jet.
Esto sucede en un contexto en el que los continuos bombardeos de la aviación y la marina rusa, en conjunto con el ejército de Bashar al-Assad, tienen controlada la ciudad de Alepo y a las facciones rebeldes que aún quedan ahí, bloqueadas. Las diplomacias de Estados Unidos y Rusia negociarán, este miércoles, la salida de esas fuerzas del lugar, según ha expresado el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov.
Según palabras de Lavrov, negociar para un cese al fuego en este momento sería «contraproducente» porque permitiría reagruparse a las tropas rebeles opositoras a al-Assad, aliado de Rusia. Es por esto que consideran «una provocación» el proyecto de resolución que la ONU busca poner en práctica.
Mientras, grupos rebeldes afirmaron el lunes que lucharán hasta la «última gota de sangre» en Alepo, y rechazaron un anuncio de reunión entre Rusia y Estados Unidos con el objetivo de lograr su evacuación de esta ciudad.
«Los revolucionarios no abandonarán Alepo Este (parte rebelde), combatirán la ocupación rusa e iraní hasta la última gota de sangre» afirmó a la agencia AFP Abu Abdel al Rahman al Hamui, un responsable del grupo Jaich al Islam.
PUB/FHA
