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Si el año pasado fue el emoji con la cara riendo y llorando el concepto del año para el Diccionario Oxford, para este la institución ha elegido uno totalmente distinto: el de la llamada posverdad. Una verdad a medias, que ignora los datos duros y las cifras y que, por lo tanto, lleva a desprestigiar a las instituciones estadísticas de todo el mundo.
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Esto, potenciado por los casos políticos más emblemáticos del último año alrededor del mundo: el triunfo del “Brexit” en junio pasado, y el de un controversial Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en noviembre. Ambos casos, contra todo pronóstico.
La aplastante derrota del referendo italiano convocado por el gobierno de el ya ex primer ministro Matteo Renzi ha dado el contexto y la confirmación final de que la posverdad es la que marca las pautas y convence a los votantes a la hora de enfrentarse a la papeleta y a la urna.
De acuerdo al sitio web del Diccionario Oxford, la posverdad es un “adjetivo definido como ‘relacionado o que denota circunstancias que cuyo objetivo los hechos son menos influyentes en la conformación de la opinión pública que las alusiones a las emociones o a las creencias personales’”.
A pesar de que la palabra ya se ha usado durante los últimos años, de acuerdo al Diccionario Oxford ha sido durante el 2016, por los eventos políticos ocurridos, que el concepto ha tomado una relevancia e influencia notoria a nivel mundial, sobre todo después del “Brexit”. El año en el que los sentimientos, las emociones, las identificaciones, las ansiedades y las fantasías han guiado los comportamientos del electorado. Y ni los argumentos lógicos ni los hechos han podido contra eso.
Ya en el año 2004, el sociólogo estadounidense Ralph Keyes publicó un libro llamado “Post-truth”, donde explica el concepto: las apelaciones a lo emocional y sentimental para asuntos en el que las decisiones debiesen ser más racionales y apegadas a la lógica. De todas maneras, esta definición va por una línea distinta a la expuesta por Herbert Simon y su idea de la racionalidad limitada.
También está alejada a la idea de la “indiferencia política” que se le atribuye generalmente a las clases medias por su baja participación en las elecciones democráticas. La posverdad, en ese caso, sería más una reacción a la crisis del sistema democrático y de la participación ciudadana. Una respuesta, por lo demás, con el objetivo de encantar a un electorado que busca ser encantado.
PUB/FHA