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Un joven de 25 años soñaba con lograr aumentar su musculatura por lo que llevaba más de 40 meses asistiendo al gimnasio para cumplir su meta.
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Y debido a esa fijación, comenzó a seguir una serie de consejos para llegar hasta el punto que quería, sin pensar en los efectos que podían causar dichas recomendaciones.
Primero, le dijeron que consumiera proteínas e hizo caso. A los pocos meses, vio sus piernas y brazos se agrandaron, por lo que no dudó cuando le dieron un segundo consejo: que se inyectara aceite de coco en los músculos.
Según consigna The Washington Post, al joven le indicaron que dicha sustancia era «mágica», por lo que de inmediato siguió la recomendación.
A los pocos días sintió un fuerte dolor en los brazos. Empezó a sudar más y estaba más agitado que de costumbre. Mucho más. Sin embargo, decidió soportar la situación por meses hasta que no pudo más y acudió a la médica Maria Johnson, del Ealing Hospital de Londres.
La facultativa le practicó un ultrasonido que reveló que las fibras musculares estaban seriamente dañadas. Al consultarle si tenía alguna idea de cómo le pasó eso, el fisicoculturista omitió su actuar y señaló que quizás se contagió con algo durante un viaje a Arabia Saudita.
Pero nuevos exámenes hallaron la presencia de quistes en los músculos, por lo que confesó que se inyectó aceite de coco. «Es extremadamente peligroso para cualquiera inyectarse sustancias», confesó la doctora al medio, manteniendo la reserva del nombre del paciente.
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Finalmente, el joven resultó con una lesión proteica en el bicep derecho, salvándose de una embolia letal ya que el líquido estuvo a centímetros de penetrar en una de sus venas.
PUB/CM