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A menudo descubrimos que algo no funciona de la forma como debería, que con pequeños cambios podría hacerse mejor o sencillamente ser reemplazado por algo más eficiente. Entonces nos decimos «¡tengo una idea!», pero en realidad se trata de una decantación del proceso de observar, que se hace más consciente cuando tenemos bien despierta la capacidad de asombro.
Tras generar una idea a partir de la observación resulta válido preguntarse: «¿Se trata de una visión personal y crítica para mejorar algo o acaso estoy frente a una oportunidad de negocio?». Lo primero, generalmente, se relaciona a un menor compromiso para cambiar lo observado; puedo opinar en el almuerzo lo que vi y cómo lo mejoraría, comentarlo en redes sociales y, en casos más favorables, esbozar el desarrollo de una idea que se vaya de mi cabeza en unos días.
Pero si siento que estoy frente a una oportunidad de negocio, lo recomendable es evaluarla desde dos cuestionamientos claves para tomar la primera y más importante de las decisiones: seguir adelante o abandonar.
Aquí hay un simple ejercicio para madurar esa idea que te nació de la observación. Dibuja un círculo y en su interior escribe la respuesta a tres preguntas: «¿Realmente me gustaría trabajar en esto?», «¿Me veo haciéndolo con una sonrisa?», «¿Es parte de un sueño mayor que tengo planificado para hacer con mi vida?». Las tres son preguntas profundas y por lo mismo requieren absoluta honestidad de tu parte.
En otro círculo olvídate de ti y apunta a la oportunidad de negocio que encontraste, escribiendo los nombres de personas, instituciones o, por lo menos, un perfil de quiénes estarían dispuestos a pagar hoy por contar con la solución que quieres implementar. Aún no importa cuánto dinero y a cambio de qué, eso viene después. Por ahora anota lo que tienes, no lo que podrías tener. Tu situación actual frente a la idea que estás evaluando.
El primer círculo muestra tu disposición para llevar a cabo todo esto pronto, la pasión que te despierta la posibilidad de estar frente a otros hablando de eso que descubrí, de la mejora que implementé, la solución que estoy vendiendo, y la satisfacción de hacerlo ahora ya.
El segundo círculo representa el acto de vender: las redes inmediatas, un perfilamiento inicial de mis clientes y cuán cerca estoy de ellos para las primeras ventas, y evaluar si ese problema y su solución también son compartidos por mi entorno cercano.
Ahora mira ambos círculos y junta todo lo positivo que anotaste. Es en la intersección de ambos círculos donde se encuentra la semilla que germina en un emprendimiento con alto potencial de supervivencia en el mercado. Mientras más pasión y recursos disponibles tengas, más oportunidades tienes de que sea un éxito. Y viceversa.
Felicitaciones. Ahora ya puedes evaluar mejor esa idea con potencial de negocio. La decisión de seguir adelante y comenzar la aventura de emprender es tuya.
Leo Meyer
Periodista, fundador de Diariopyme.com
y de la comunidad innovarock.cl
@leomeyer
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